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PINTURAS DE CASTAS

CLAUDIA GUERRERO S.

La moderna idea de raza aparece en 1735 cuando Linneo publica "Sistema natural, o los tres reinos de la naturaleza, según clases, órdenes, géneros y especies", dónde define los contornos de alteridad de los homo sapiens al identificar sólo cuatro variedades: el negro (flemático y relajado), el blanco (sanguíneo y musculoso), el rojo (colérico y erecto) y el amarillo (melancólico y rígido).

Desde el descubrimiento de América y durante el periodo colonial las diversas razas que cohabitaron en la Nueva España dieron origen a estamentos sociales y raciales conocidos como castas; aún y cuando ya había habido una progresiva integración del mestizaje en la sociedad novohispana, no fue sino hasta el siglo XVIII cuando la tendencia clasificatoria de la Ilustración propició la aparición de las pinturas de castas en las que se representaron las series de al menos 16 combinaciones y, a pesar de que Morelos en noviembre de 1810 dispuso que "ya no se nombraran en calidad de indios, mulatos ni otras castas, sino todos generalmente americanos", las pinturas dejaron de producirse hasta el 17 de septiembre de 1822 cuando el Congreso prohibió la categorización de los ciudadanos por su origen en los registros parroquiales y en documentos públicos y privados.

Las imágenes representan parejas con origen distinto, y sus descendientes son nombrados de acuerdo a la casta de sus antecesores; algunas de ellas fueron enviadas a Europa con una intención educativa naturalista y para formar parte de colecciones de las élites monárquicas y eclesiásticas junto con otros objetos exóticos de flora, fauna, conchas, corales y animales disecados para su exhibición.

Los tres tipos de base -indio, negro, español- combinados con la idea clasista desde el blanqueamiento al oscurecimiento; así, la primera, español con india, crea la mestiza que al unirse con un español da la castiza y esta a su vez al unirse con español borra del todo la ascendencia indígena y podría ser considerado nuevamente como español; sin embargo, si se involucraba un afrodescendiente la descendencia nunca podría blanquearse. La fusión genética construyó el discurso de la moralidad ligada a rasgos físicos como el color de la piel, el rizado del cabello o el pliegue de los párpados, y la semántica de los caracteres corporales se incorporó al ascenso social.

La certeza de los colores de la piel se perdía al avanzar en las combinaciones subsecuentes y surgieron nombres de castas como el de "tente en el aire" que se daba si un descendiente de español se unía con un "torna atrás", ya que no avanzaba ni retrocedía en el blanqueamiento o en el oscurecimiento, y otros más que denotaron la preocupación sobre las tonalidades de la piel al surgir tercerones, cuarterones o quinterones que cuantificaron la fracción de sangre europea.

Ante lo irreal de poder llevar las cuentas, los españoles aprovecharon esta situación y conservaron privilegios y aumentaron sus riquezas a costa de la explotación del trabajo de quienes consideraron inferiores. Este fenómeno, conocido como pigmentocracia, estuvo asociado a la estratificación de la colonización española en América y fue determinante en el racismo que actualmente padece nuestra sociedad con nuevas clasificaciones y estereotipos.

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