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Invertir en uno mismo

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JUAN MANUEL GONZÁLEZ CERDA

Todos nacemos dotados de una cierta cantidad de buenos talentos, dones y recursos. Una gran mayoría de personas cuenta con muchas posibilidades para evolucionar positivamente y lograr vivir de una manera más digna, útil, satisfactoria y productiva. Pero no hay nada gratis, como el viejo decía: si las cosas que valen la pena fueran fáciles, cualquiera las haría. A todos nos toca pagar un precio antes de ver cristalizados nuestros más altos sueños. Uno de esos precios, quizá el principal, es dedicar recursos a la auto inversión.

Dedicar con mucho entusiasmo, pasión y de manera consciente, tiempo, energía, esfuerzo y dinero al mejoramiento personal general. Asignar recursos para la superación constante. Pero mucha gente se dedica más a mantener lo poco o mucho que han logrado, limitándose solo a actuar de manera socialmente aceptable para quedar bien con los demás. Lo anterior normalmente conduce a las personas al auto abandono y al estancamiento.

El perfeccionamiento constante es algo benéfico y natural para desarrollarnos adecuadamente. Como si fuésemos una empresa, una corporación, como el más valioso de todos nuestros activos. Gary Becker, Premio Nobel de Economía 1992 y creador del concepto "capital humano", afirma que las desigualdades socioeconómicas y de ingresos por trabajo, se explican por las diferencias en las inversiones de capital humano que realizan o que no realizan los individuos.

Gary señala que "algunos ganan más que otros simplemente porque invierten más en ellos mismos. Los más capaces, son los que tienden a invertir más y por eso la distribución de los salarios termina siendo desigual". Estudios relacionados con esta tesis, concluyen que quienes tienen educación universitaria, ganan entre 40 y 70% más que quienes carecen de estudios profesionales. Aunque en ciertos rubros de negocios parece no ser estrictamente requerido, las estadísticas muestran la clara relación entre estudios e ingresos.

Pero no solo se debe invertir en los conocimientos y habilidades, también es esencial en nuestra salud, invertir en el cuidado y el mejoramiento físico y mental, Asignar recursos al descanso y a la alimentación sana, crear una rutina que nos permita sentirnos bien y vernos bien. 

También es importante agregar que, aunque para muchos las relaciones lo son todo, invierten muy poco en sus relaciones. Involucrarse en la cultura, en los temas de actualidad, en la sociedad, en la habilidad para la comunicación, todo ello nos vuelve hábiles para la interacción con los demás en todos los niveles. ¿Y la inversión interior? La que incluye aspectos psicológicos y espirituales.

Tomarse uno mismo el tiempo para observarnos, conocernos, descubrir nuestras fortalezas y debilidades; aprender a aceptarnos y valorarnos para aumentar nuestra autoestima. También se puede buscar respuestas de preguntas profundas que por lo general solemos evadir en temas como la vejez, las enfermedades, la soledad, la muerte o la existencia de Dios.

La vida es esencialmente una lista interminable de problemas y debemos prepararnos lo mejor que podamos para resolverlos, este es uno de los consejos de un libro muy peculiar -The subtle art of not giving a f*ck, de Mark Manson, El sutil arte de que te importe un carajo-. Entre otras cosas, indica que debemos buscar significado en las cosas que consideramos importantes y comprometernos en los valores. Debemos estar dispuestos a dejar de lado todas las excusas y tomar un papel activo para vivir una vida mejor en todos los aspectos.  

La resistencia, la felicidad y la libertad vienen de saber qué es lo que debe importar... y lo más importante, qué es lo que no debe importar. 

Hay problemas de los cuales no podemos huir: una enfermedad, un accidente, perder el trabajo, etc. Pero, de acuerdo con Manzon, una buena vida es aquella con broncas que podemos resolver.

Tenemos todos una gran oportunidad de vivir de una manera mejor si consideramos el valor de la auto inversión. Tener en cuenta que mientras más pesada es la carga más fuerza se requiere, recordando que el mismo trabajo que cansa el músculo, también lo fortalece. Nadie puede ser libre esperando que otro venga a liberarlo. Limpiemos y fortalezcamos las alas para el día que llegue el viento y nos toque volar. Un buen propósito de año nuevo: ¡¡¡Invertir en nosotros mismos!!!

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