Jimulco, como denominamos a la mayor parte del espacio rural del municipio de Torreón, que comprende la Reserva Ecológica Municipal Sierra y Cañón de Jimulco, es un patrimonio natural que los torreonenses y los laguneros apreciamos. En las 57,000 hectáreas que abarca, encontramos una biodiversidad importante con registros inconclusos de más de 800 especies de flora y fauna silvestre, algunas de ellas endémicas (únicas de estos territorios o de México) que coexisten entre cuatro ecosistemas, también diversos: un bosque templado en las partes altas de la sierra de Jimulco (al que denominan Isla de Cielo), una extensa área desértica conectada con el bosque templado por vegetación intermontana, y un modesto ecosistema ribereño en el cauce del río Aguanaval.
El área natural protegida pertenece a seis ejidos de esta municipalidad, fue declarado como reserva ecológica por el R. Ayuntamiento en 2003, por lo que este año cumple dos décadas en ese estatus, administrado desde 2010 por Fundación Jimulco, A.C., en colaboración con el gobierno municipal, en un ejercicio singular de gobernanza ambiental local. Fue la primera área natural protegida de categoría municipal en el país y sigue siendo la de mayor extensión en ella, la cual, aun cuando es un espacio protegido, enfrenta continuas amenazas como la extracción ilegal de fauna y flora silvestre, los cambios de uso del suelo sin permiso, la extracción minera que, afortunadamente, han sido contenidas por la conjunción del esfuerzo realizado por habitantes de las comunidades del área, ciudadanos de la zona metropolitana y funcionarios de las oficinas gubernamentales del sector ambiental.
La diversidad ecosistémica que tiene el territorio que abarca Jimulco le determina importantes valores escénicos: paisajes singulares y en algunos casos distintivos de los que diariamente vemos en nuestro entorno urbano y rural, como el bosque de encino-pino, los cañones por los que se accede a las partes elevadas de la sierra con vegetación, fauna, pinturas rupestres, tinajas, cuevas y otros rasgos que junto al área riparia, donde brota medio centenar de manantiales, propios para la observación de aves y campismo, son atractivos para el turismo de naturaleza, sin olvidar los apacibles residentes de las comunidades rurales.
Jimulco es poco conocido por el habitante urbano de la Comarca Lagunera, algo que, bajo las condiciones actuales de disponer de limitada infraestructura para recibir visitantes foráneos, ha favorecido la conservación del área, aunque el turista debe saber que en esas comunidades hay vigilantes, brigadistas, promotoras ambientales, que cuidan su patrimonio natural y se involucran en actividades para conservarlo.
Esta singularidad de Jimulco, particularmente sus paisajes naturales y algunas construcciones rurales, se han representado en la obra de Rafael Aguirre, destacado pintor originario de Pedriceña, Durango, de identidad lagunera, quien fue invitado por Fundación Jimulco para que los proyectara en sus cuadros, obra que inició el año pasado y expondrá el próximo jueves en Casa Mudéjar, evento organizado por esta asociación civil y la Dirección de Cultura municipal.
Son dos decenas de cuadros, que contienen paisajes de la sierra de Jimulco desde diversos ángulos, que proyectan sus elevaciones, la vegetación que albergan en ambientes despejados y nublados, paisajes de planicies con vegetación de zonas áridas, con cárcavas producidas por la erosión hídrica proveniente de los escurrimientos que fluyen a través de los cañones de la sierra, durante cientos o miles de años, paisajes de la ribera del río Aguanaval, con vegetación de galería como sabinos, con los modestos flujos de agua captados en la época de estiaje, provenientes de brotes de los manantiales que sostienen la mayor parte del año estos árboles riparios, paisajes diversos de este singular territorio lagunero.
La obra de Rafael Aguirre es una contribución artística a la cultura de la Comarca Lagunera, su autor, un lagunero que pasó su infancia y adolescencia en estas municipalidades, descendiente de profesores de carrera, que migró a la capital del país a estudiar arquitectura, pero que encontró su vocación en esta manifestación del arte, crea y congratula a quienes habitamos en esta región, con paisajes que legan a quienes la adquieran y a las siguientes generaciones, de una representación cultural del autor, su obra y su territorio. La invitación a su exposición es de libre acceso, mañana jueves, en Casa Mudéjar.