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La columna del perro

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¿Los valores están cambiando o estoy mal yo?

M.V.Z. MIGUEL DÁVILA DÁVILA

El martes pasado al estar ejercitándome como a las nueve de la noche en nuestro querido Bosque Venustiano Carranza, al ir caminando por la Calzada Cuauhtémoc y doblar a la izquierda para continuar con mi ejercicio por la avenida Juárez, de repente empecé a escuchar gritos de hombre y mujer… al levantar la cara, me di cuenta que aproximadamente 10 mozalbetes golpeaban y pateaban a un muchacho que acompañaba a una muchacha, los gritos de ésta eran constantes y desgarradores, pidiendo clemencia para el caído que era superado en número por sus atacantes quienes hacían caso omiso de los ruegos de esta mujer.

No sé cuántos minutos duró aquella masacre, al ver eso, tratando de parar la agresión que podía resultar mortal para el que la sufrió, persona por cierto a la cual no conocía… Solo atiné a gritar, "ahí viene la policía", grito que pone en desbandada a los cobardes… muchas personas pasaban también por ese lugar en ese momento, ejercitándose o fingiendo que lo hacían sin siquiera voltear, haciéndolo como de unos años para acá se estila, mantenernos alejados del dolor ajeno, pensando "es problema de cada quien o mejor no lo veo", o "me entero después que pasó", por la Biblia del presente que es Google, Facebook, Twitter, YouTube, etc.

Seguí mi camino de ejercicio diario, pensando en el evento que acababa de presenciar, dándome cuenta que lo que más me había dolido era la indiferencia de tanta gente que presenció lo mismo que yo, y justo después de pasar el museo, antes de llegar a la calle Juan Pablos vi a un grupo de seis personas que había visto rebasarme previamente platicando y señalando algo; pensé "están comentando la golpiza" y al preguntarle a una persona que estaba en ese grupo "¿qué pasó en la esquina?". Me comentó "no se ni me interesa, nosotros nos paramos para ayudar a este gatito que está 'solito' 'pobrecito'"… Les propuse que me haría cargo de él y me dijeron: "sí, porque nadie nos lo podemos llevar".

De regreso a mi casa manejando, pensando, me sentí medio en shock, y me decía a mí mismo "¡cómo han cambiado las cosas!".

Las personas prefieren conmiserarse de un animalito, porque es una causa que está de moda y nos da estatus. Seguramente el que está mal soy yo, y aunque soy médico veterinario ya hace más de cuarenta años, me dedico a los animales en situación de abandono y desamparo, prefiero seguir ayudando primero a las personas, a pesar de que la especie humana se está volviendo insensible en grado sumo.

Y como en la fábula del hermano lobo, al ver cómo está el mundo en mi mente empecé a recordar y decir como en la fábula que antes cito "Padre nuestro que estás en el cielo..."

Y ahora para terminar una gota de filosofía; EMPIEZA EL DÍA CON UNA SONRISA Y LA VIDA TE SONREIRÁ TAMBIÉN.

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