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La columna del perro

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El amor hace milagros

M.V.Z. MIGUEL DÁVILA DÁVILA

Hace aproximadamente 21 años cuando teníamos la clínica en la calle Sertoma esquina con blvd. Independencia (en donde están las palmas altas), un matrimonio que para esos entonces rondarían los 40 años de edad y que vivían a una cuadra de la placita Madero, nos llevó a consulta un perrito criollo de aproximadamente 6 meses de edad con síntomas progresivos de parálisis. Después de darle tratamiento y terapia física por aproximadamente 20 días, el perrito lejos de mostrar mejoría empeoró físicamente, no así su ánimo, su apetito o sus ganas de vivir.

En la siguiente consulta, la dueña del perrito me preguntaba: "¿Qué otra cosa podríamos hacer, ya que las radiografías que tomamos no mostraba algún daño evidente, ni 'el negrito' se queja o presentaba dolor en alguna parte del cuerpo, además mi esposo ya no quiere traerme. Es que a él no le gustan mucho los perritos y a regañadientes me trae", me decía.

Yo salí a donde estaba su esposo, le expliqué la condición y las probabilidades de éxito en el tratamiento si seguíamos adelante, a lo que el esposo de aspecto fuerte y muy recio en su forma de expresarse me dijo su punto de vista: "Doctor, por mí duerma al 'negrito', ya mi vieja no duerme por estarlo cambiando de posición, dándole los masajes que usted le recomendó y las pastillas cada tantas horas, yo creo que lo mejor es ponerlo a dormir, ¿o usted qué piensa?"

Ya analizando todos los hechos estuve de acuerdo con el señor, pero la señora dijo: "eso sí que no, al fin y al cabo ustedes no lo batallan, 'el negrito' no se queja de dolor y mueve sus orejitas, mejor aunque mínimas las posibilidades yo decido seguir adelante".

A lo que su esposo contestó: "pues seguirás tú vieja porque yo ya me cansé de traerte con tu perro a terapia". La señora volviéndose conmigo me dijo: "a lo mejor ya no vuelvo porque mi perro está muy pesado, pero le voy a seguir haciendo la lucha en mi casa", a lo que yo contesté: "mientras 'el negrito' siga comiendo hay esperanza porque recuerde que en las personas como en los perritos la salud no tiene palabra de honor".

Ya no volví a saber nada de la familia y del "negrito" como por un mes y medio aproximadamente. Un buen día la señora se presenta en la clínica con "el negrito" caminando y muy contenta me dijo: "mire, el amor hace milagros".

Habían pasado algunos años y de repente se presentó a la consulta la misma señora ahora con una perrita Chihuahua que cojeaba, acompañada eso sí de su esposo. Después de saludarme y recordar tiempos pasados observé a la señora que ya usaba bastón, a lo que ella misma me dijo: "mi perrita y yo estamos iguales, todas las cosas se parecen a su dueño".

El esposo de la señora todavía de aspecto saludable y fuerte para su edad, me decía: "fíjese lo que son las cosas doctor ya ahora hasta los perritos me gustan y es que ya es la única compañía que tenemos". Volvieron en varias ocasiones hasta que la perrita se dio de alta.

Meses después me llevaron a una perrita Chihuahua a consulta unas personas que yo no conocía y después del interrogatorio de rutina sobre los síntomas de la enfermedad, me dijeron: "mire mejor quédese con ella a observación y le decimos a la dueña que le llame, es que ella está fracturada de la pelvis ya hace varios meses y no pudo venir".

Mi sorpresa fue grande cuando la señora me llamó, era la misma persona y dueña del "negrito", ahora propietaria de la perrita Chihuahua que había consultado meses antes… me dijo que no podía venir porque estaba en cama, a lo que le contesté que mandara a su esposo, me interrumpió y me dijo:

"Mi esposo falleció de un infarto hace poco más de un mes, después yo caí en cama y no sé qué voy a hacer, el único hijo que tengo casi no me visita y yo ya sin ninguna entrada de dinero, vieja, enferma en cama, estoy desesperada y ahora que mi perrita enfermó mis vecinos se ofrecieron a llevarla con usted".

Yo le dije: "déjeme la perrita por unos días yo me encargo de ella hasta su restablecimiento y usted no se preocupe, siga siendo como es, tenga fe en Dios que algo saldrá".

No muy convencida de mis palabras me encargó a su perrita y se despidió, de esto pasó más de un año y la perrita seguía llegando cuando requería de consulta o de vacunas a través de diferentes vecinos que se ofrecían a traerla, pero sobre todo y principalmente se encargaban de la atención de la señora, se turnaban para acompañarla, para cuidarla, para darle de comer y todo lo que se le ofrecía, siempre de buena gana.

La última vez la señora me visitó en muletas con su perrita y acompañada de dos de sus vecinos. Le dije y le recalqué que le iba a recordar las palabras que muchos años atrás ella me había dicho y que probablemente ya se le habían olvidado: "el amor hace milagros, al ser usted cariñosa y entregada con sus vecinos ellos en reciprocidad están pendientes de usted como si fueran hijos escogidos, a lo que ella me respondió, que yo tenía la razón que ahora ella había vivido en carne propia aquello, ya que "la fe es lo último que muere".

Y AHORA PARA TERMINAR UNA GOTA DE FILOSOFÍA: DONDE NO HAY AMOR, PONED AMOR Y ENCONTRAREIS AMOR.

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