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La columna del perro

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Qué difícil es hacer el bien

MVZ MIGUEL DÁVILA DÁVILA

Esto de rescatar a los perros de la calle para esterilizarlos y darlos en adopción, no es una cosa tan sencilla. Cuesta tiempo, cuesta dinero, cuesta ganarse problemas gratis. Tan es así que algunas personas confunden una labor altruista, con creer que es una obligación de hacerlo para quienes nos dedicamos a esta labor.

Yo lo hago desde hace treinta y tantos años, aunque lo hago con gusto no deja de darme un bajón en el ánimo, de cuando me sucede un evento desafortunado.

Pero esto no sólo pasa en nuestro giro de veterinario, sino en toda la vida en general.

Hace muchos años en un sermón, escuché al padre José Rodríguez Tenorio en el cual hablaba sobre lo difícil que es hacer el bien, ponía como ejemplo que un día en el crucero de Abasolo y Colón, al estar esperando en rojo en el semáforo se le acercó un hombre adulto de edad madura, a quien le faltaba un antebrazo, con una taza en la otra mano y enseñando el "muñón" (del antebrazo que le faltaba), esto por supuesto lo hacía para causar lástima premeditada, le dijo… "Padre coopere con algo para comer", a lo que Rodríguez Tenorio le contestó: "yo tengo varios desayunadores gratis, ¿por qué no te vas a trabajar conmigo?, ¡te pago! y además ¡te doy el desayuno regalado!"… como toda respuesta el "mendigo" le contestó: "no padre aquí yo me gano en una o dos horas lo que usted me pagaría en todo el día"… el padre continuó diciendo en su sermón, "en ese momento el semáforo cambió a verde y yo avancé pensando en el camino 'qué difícil es hacer el bien'".

En otra ocasión hace muchos años cuando yo era un niño y vivía por el rumbo de la Colón, tocó a la puerta de nuestra casa con mucha potencia e insistencia, una persona que resultó ser un "pordiosero" le dijo a mi mamá: "por el amor de Dios regáleme para un taco"… Mi mamá fue a la cocina y le preparó, de la mejor forma posible dos tacos de la comida que por aquellos entonces no abundaba en nuestro hogar y al dárselo a la persona que lo había requerido, éste por toda respuesta, los arrojó al piso y se fue refunfuñando pues él quería dinero… Dinero que en aquel entonces nosotros, como ahora, no teníamos de sobra.

Al presenciar yo aquello siendo un niño me marcó para siempre y me dije "ahora sé que sólo es pobre quien no se esfuerza lo suficiente, quien siente lástima de sí mismo, quien quiere que todo le venga sin el mínimo esfuerzo, sé esto porque yo vengo de muy abajo y mis padres siempre me inculcaron el amor al trabajo, el honor que representa ser honrado, lo bien que se siente ganar el sustento y ayudar siempre a pesar de todos los pesares al prójimo, pues todo lo que des en esta vida se te retribuirá". Por eso doblemente sé lo difícil que es hacer el bien y lo gratificante que es hacerlo, pues recibe más el que da sin esperar nada a cambio.

Y ahora para terminar una gota de filosofía:

NO LE PIDO PAN AL HAMBRE… NI CHOCOLATE A LA MUERTE.

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