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La meta para 2024

JULIO FAESLER

La cuestión está en escoger el arma y luego apuntar bien al blanco. La cosecha del sexenio de AMLO muestra lo equivocado de la meta, la estrategia y las tácticas aplicadas

El árbol se conoce por sus frutos. El saldo que AMLO puede aspirar que se le reconozca podrá ser el enjambre de apoyos económicos populares que insertó en la Constitución. Si alguno de los aspirantes al cargo presidencial abriga la intención de desmontarlos encontrará una sólida resistencia y muchos argumentos que justifican su existencia como un instrumento de promoción del consumo popular pero no a la producción.

Pero los defectos de su administración han sido numerosos. El principal de sus objetivos, la extirpación de la corrupción y de la violencia no se ha cumplido. Por el contrario han aumentado.

El Siglo XXI pudo marcar una nueva era de gobiernos efectivos para atacar el corazón de nuestros problemas. En sus primeras dos décadas, empero, se acumularon y agravaron por el inusitado crecimiento de la población.

Pese a que contamos con un amplio arsenal de instrumentos de toda índole como científicos y financieros ellos no funcionaron. Las plegarias antiguas son las que mejor expresan las necesidades que nos agobian y que deberían servir de guía para orientar nuestras decisiones en el largo curso del desarrollo que aún nos falta: Casa, Vestido y Sustento se decía con sencillez provinciana. No se requieren ideologías sino sincera entrega al trabajo de rescate que está por delante a partir de 2024. El Papa Francisco ha dicho que las ideologías matan.

Mucho tiempo hemos desperdiciado en la confusión de partidos políticos desfasados que en estos momentos insisten en interceptar y complicar un proceso electoral, el de mayor trascendencia de los últimos años, y que la sociedad exige claridad y honradez.

La crisis socioeconómica que estamos viviendo solo se curará con políticas pragmáticas, con medidas que disciplinen el consumismo dispendioso que acumuló riqueza de todos en pocas manos y con ello desigualdades que detonan violencias sin precedentes que bloquean los programas de solución.

Hay que poner al día nuestra vida política ponernos a tono con las dimensiones tenemos como importante factor económico y político mundial. Desde hace muchos años algunos países europeos aplican programas de desarrollo socioeconómico que distribuyen cargas y productos en la población mediante la cooperación entre el sector laboral y el de inversión, gobiernos y sociedad civil. Esos sistemas incorporan políticas fiscales para respaldar la oferta de servicios públicos eficientes en salud, educación, transportes y seguridad interna. Otros países, los asiáticos como India, Tailandia o Vietnam han avanzado en sus niveles nacionales gracias a sus programas de alta tecnología.

Esos son los temas que determinan la calidad de cualquier gobierno y que no se conocen en nuestra actual coyuntura electoral. Son las fórmulas que los precandidatos a la Presidencia de la República tienen que adoptar en sus campañas amarrando compromisos que realizarán en su momento.

Desgraciadamente los esfuerzos se dirigen al proceso de seleccionar los candidatos sea el oficial o el de una eventual coalición sin definir propuestas concretas.

Es explicable que sea así. El destructor sexenio institucional de AMLO redujo la calificación social social en términos de seguridad, salud y educación. Salvo el sector económico, el más favorecido por el gobierno, la mayoría del electorado más que nuevas propuestas solo remedian el desequilibrio y desigualdad que a todos atrasa.

En este escenario crítico no debe continuar la inoperancia de los partidos políticos. Son pues los grupos cívicos que coordinados, como en los años noventa del siglo pasado, los que tienen la tarea de lanzar candidatos vigorosos y obligar a los partidos a postularlos formalmente a la Presidencia y a las cámaras legislativas.

La 4T deja un sector popular fortalecido en los programas que lo dotó de poder de compra. Deja a un sector medio en serios problemas de sobrevivencia y un sector de empresas pequeña y medianas debilitado pero como el activo nacional más indicado para recuperar en el 2024-30 el tiempo perdido. El desastre social de corrupción y violencia llevará, sin embargo, más tiempo en reponerse.

La gestión del presidente López Obrador nos enseña que no vale una intención si no se acompaña del instrumental necesario. AMLO desarticuló el aparato oficial que heredó. Su primitiva ideología lo hundió en el marasmo socialista que ha frustrado a cuanta nación que a ella apostaron y que ahora podría anegarnos.

Las elecciones del 2024 habrán de abrir un nuevo horizonte... Siempre y cuando sepamos transitar hacia ella.

juliofelipefaesler@yahoo.com

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Escrito en: Editorial Julio Faesler editoriales

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