Una de las series más recordadas en la historia casi centenaria de la Liga Mexicana de Beisbol (LMB), es la que tuvo lugar los días 25, 26, 27 y 28 de septiembre (jueves, viernes, sábado y domingo, respectivamente) del año 1947, en que se enfrentaron los Industriales de Monterrey, que dos años después cambiarían su apelativo a Sultanes, y los dueños del terreno: los Pericos de la Angelópolis.
Esa temporada de la LMB se jugó a rol corrido, es decir, al terminar la campaña el equipo que tuviera mejor porcentaje de encuentros ganados con respecto al número total de jugados, se le declaraba campeón.
La temporada concluía y al iniciarse la serie mencionada los de Monterrey sacaban un juego y medio de ventaja a sus anfitriones poblanos. Ambos eran dirigidos por dos colosos del beisbol cubano. Los Industriales nada menos que por el gran Lázaro Salazar, llamado el "Príncipe de Belén", y los poblanos por el extraordinario Adolfo Luque, conocido como "Papá Montero", y todo un ídolo de la fanaticada local.
Los cronistas, la afición, particularmente la poblana, y la casi totalidad del mundo del beisbol, consideraban que de esa serie de cuatro encuentros los de la Angelópolis cuando menos ganarían tres, suficientes para superar a los Industriales y quedarse con la corona.
Creían que eso era no solo posible sino prácticamente un hecho, en atención al temible staff de pitcheo con que contaban los Pericos y a la constelación de estrellas que integraban el equipo, como Beto Ávila, el lagunero Jesús "Chanquilón" Díaz, Alejandro Crespo y Napoleón Reyes, entre otros.
Antes de iniciar la serie Papá Montero anunció el orden en que lanzarían sus cuatro pitchers abridores: Salvatore Maglie, Adrián Zabala, Sandalio Consuegra y Agapito Mayor. Los tres últimos de las grandes estrellas del pitcheo cubano de todos los tiempos. En los casi cien años de historia de la LMB, es difícil encontrar otro equipo que haya tenido jamás tan formidable rotación de abridores.
Tomás "Tommy" Morales, de los más grandes cronistas del beisbol mexicano y amigo inolvidable, platicaba que por esos días se decía que el solo hecho de pensar que Monterrey pudiera ganar esa serie, era igual a "un boleto de entrada al manicomio más cercano".
Por eso la fanaticada poblana festejaba ya el campeonato, aun antes de arrancar la serie. Los boletos para los cuatro juegos se agotaron el mismo día en que se pusieron a la venta, los aparadores de las tiendas mostraban con orgullo fotos de sus jugadores y por toda la ciudad no se hablaba de otra cosa que de beisbol y de sus amados Pericos, próximos campeones.
Preguntaron los periodistas a Lázaro Salazar cómo le iba a hacer para que sus peloteros de Industriales les pudieran batear y ganar a los cuatro tremendos lanzadores del equipo poblano, que Luque ya tenía preparados.
La respuesta del Príncipe de Belén fue genial: Muy sencillo, dijo, porque Adolfo solo podrá utilizar uno al mismo tiempo.
El primer choque
El jueves 25 dio inicio el primer juego, que se convirtió en tremendo duelo de pitcheo entre el venezolano Alejandro Carrasquel, primera sorpresa de Salazar al enviar a la loma a su pitcher que había sido el cerrador la mayor parte de la campaña. Y por Puebla el ya anunciado Salvatore Maglie, apodado El Barbero, que iba por su victoria número 20 de la campaña.
Al cierre de la tercera entrada los Pericos anotaron su primera y única carrera del juego, por un error del parador en corto regio Lou Klein, quien había llegado a la LMB un año antes procedente de los Cardenales de San Luis.
En la apertura de la octava entrada, el pitcher de los Industriales Alejandro Carrasquel recibió pasaporte y el entonces joven Pepe Bache (de quien se decía que calzaba "spikes mercurianos") entró a correr por él, para luego avanzar hasta la antesala con un sencillo de Agustín Bejarano, y posteriormente anotar en jugada de pisa y corre gracias a un elevado al jardín central de Epitacio "La Mala" Torres.
Habiendo salido Carrasquel luego de que se embasó por pasaporte, porque entonces los pitchers también bateaban, entró por Monterrey a tomar su lugar en el montículo Indian Torres, un lanzador derecho habilidoso y muy confiable. Éste mantuvo a raya a los Pericos hasta el inning 14 en que terminó el encuentro.
En la apertura de ese episodio, el décimocuarto, de manera sensacional los regios anotaron una carrera más, para que el score final quedara 2 carreras a 1, favorable a Monterrey. De esta manera la ventaja de los Industriales sobre Puebla aumentó a dos juegos y medio en la tabla de posiciones.
Los juegos 2, 3 y 4
Todavía quedaba la esperanza de que los Pericos ganaran de manera consecutiva los tres encuentros que restaban de la serie y quedar así medio juego arriba de Monterrey y alzarse finalmente con el título de la LMB.
Pero sucedió que Monterrey también ganó el segundo juego 4 carreras a 2, con pitcheo del propio mánager Lázaro Salazar, que superó al formidable Adrián Zabala; luego el tercero con score de 5 a 2 también fue para Monterrey y su lanzador Daniel "La Coyota" Ríos, que derrotó al cubano Sandalio Consuegra; y finalmente el cuarto y último de la serie también se lo agenciaron los regios 6 carreras a 5, con pitcheo combinado de Lázaro Medina y Alejandro Carrasquel, quienes vencieron nada menos que al gran pitcher cubano Agapito Mayor.
Mensaje y lección
En el beisbol nadie se debe declarar vencedor ni derrotado de antemano. Lo que se debe hacer es tratar de jugar buena pelota en cuanto a pitcheo, bateo, fildeo y corrido de bases. Y contar desde luego con una acertada dirección. Como la que demostró Lázaro Salazar, el "Príncipe de Belén", en aquella memorable serie de Industriales frente a Puebla en el ya lejano septiembre de 1947.
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