Las palabras solitas van cambiando y se colocan en nuestro vocabulario dispuestas a surgir en cuanto se les mencione. Luego se transforman y cambian su significado o incluso adquieren más de ellos, según el uso que la gente les da.
Aquí le va un ejemplo: Casa en latín es domus. Domus mea es "mi casa", son mis dominios. Pero entonces alguien en broma, le llama a su casa: mi jacalito, mi choza, mi humilde morada… aunque sea grande, una casa hecha y derecha. Y en lugar de quedarse domus mea que era lo lógico, la que se queda es: casa mea.
Tenemos el caso de rostrum que era el pico de un ave o la trompa de un cerdo… y vino quedando en "rostro", la cara de una persona.
Es razonable decir que la palabra vota suplantó a nuptiae porque el aspecto más sobresaliente de una boda son los compromisos que contraen los novios. "Vota" acabó por significar "la boda" pero en latín clásico eran sólo las promesas, los votos, cualesquier promesas, no necesariamente las nupciales.
Para el concepto de "llegar" se adoptó el verbo plicare, mucho más concreto y dramático que el neutral pervenire, derivado de venire. Plicara significaba propiamente "arribar", llegar por fin a puerto, atracar.
Y clamare no era un "llamar" así como así, sino un llamar a grito abierto.
El pitaccium, palabra tomada del griego, vino a quedar en "pedazo" en lugar de frangmentum y el pitaccium en realidad era una tira que sobra, un colgajo.
Praecuntare era la forma incorrecta del verbo clásico percontari y no era simplemente preguntar sino someter a un interrogatorio, como en una averiguación judicial.
Más o menos lo que sucede ahora con nuestros investigadores, aunque no tan terrible…
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ME PREGUNTA Joaquín Rubí: "Originalmente lo cáustico es algo que ¿qué?"
LE RESPONDO: Cáustico es lo que quema, corroe o disuelve. Viene del griego kaustikós: "que quema".
LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA: Cuando una dama dice no, quiere decir quizás; cuando dice quizás, quiere decir que sí; y si dice que sí, entonces no es una dama.