En defensa ya no del buen hábito de la lectura, sino del libro como escudo en tiempos de noticias falsas y tendencias que duran un suspiro, es necesario recomendar un texto imprescindible para que no se olvide la importancia de leer en defensa propia. En parte porque somos lo que leemos, y partiendo de esa premisa, puede dar mucho que pensar un sujeto que solo lea lo que las redes sociales le llevan a su teléfono, aunque existan algunos destellos de lucidez que esquive los algoritmos de lo banal. Sería necesario hacer una dieta de información para no indigestarse de tanta mentira.
En este caso es sencillo. Simple, seductor y al mismo tiempo engañoso. Manifiesto por la lectura, de Irene Vallejo. Ojalá en la edición de Siruela, porque trae un prólogo exquisito. Y es que cualquier relato que recuerde al libro como santuario más que como objeto de culto, merece ser recomendado. Porque la escritora decanta su amor por los libros, no como una postura con pretensión intelectual, o una pose propia de vendedor de arte, sino por la necesidad de enfrentar la soledad, el miedo y el dolor a través del relato. Somos y seremos seres construidos en base al relato.
Prudente en sus observaciones, rico en las referencias, el texto de Vallejo es un homenaje a la lectura. La lectura por la democracia. La lectura contra la intolerancia. La lectura que humaniza. La lectura que divierte emociona, tortura las entrañas. La lectura por la lectura. Un recorrido por autores y referencias que han construido uno de los pensamientos más lúcidos de las letras contemporáneas, el de Irene, por supuesto. Sus gustos y disgustos. El significado del poder de la lectura como factor de cambio social, como termómetro de cambio, pero sobre todo como un llamado a la resistencia.
En tiempos de inmediatez, es casi una obligación hacer eco de una de las invitaciones más sensatas que he leído en los últimos años: "No puede desaparecer lo que nos salva". Y si la lectura resultó un salvavidas cuando la vida era más pausada y estábamos menos expuestos a la mentira, cuando no existía la esclavitud de las redes sociales y solo competíamos con la indiferencia, hoy el libro se ha convertido en una de las pocas formas de sobrevivir ante el marasmo de ideas soportadas en la visera de un ciudadano que se refugia en el anonimato.
A decir de la autora, los libros nos atraen porque nos dan la posibilidad de explorar la visión de los personajes ante los conflictos existenciales que nosotros mismos hemos vivido. Traicionamos a los escritores cuando hacemos la historia nuestra. Vivimos lo que dura el libro con los propios personajes, los amamos, los odiamos, pero cuando es un buen relato es imposible que los tratemos con indiferencia. Incluso nos recuerda que: "la lectura forma parte de la preparación necesaria para vivir en democracia", tal vez por eso no entendemos la política y los políticos, no por lo que leen, sino precisamente porque no leen.
Después de leer el manifiesto, se entiende que se debe leer por diversión, aunque el hábito tenga una enorme plusvalía. Porque el abogado o médico que lee necesariamente será mejor abogado o médico. No hay excusa. Obvio, la invitación está abierta, para quien quiera. Sin importar si se tuvo que soportar la medieval tortura de los programas de lectura de nuestros sistemas educativos latinoamericanos. Verdaderos purgantes contra la lectura, casi siempre impartidos por maestros que tampoco leían, porque tal vez lo único que leían era el manual del sindicato que los mantenía cobrando durante décadas por no enseñar.
Irene Vallejo es una mente prodigiosa. Incluso en las páginas de este manifiesto recomienda autores y textos que se escuchan mejor en sus palabras que en las de quienes la crearon. Abre sus emociones y nos deja ver los referentes en la construcción de su pensamiento. Intoxicados de tanta información, el lector que toma esta edición empieza por cuestionarse como es posible que un objeto tan simple, construido a base de papel y tinta, tenga esa capacidad de atraernos tanto. Sin una pantalla de alta definición, un sonido poderoso y una conexión de wifi, el libro nos hace transportarnos a dimensiones a las que no se puede llegar a través de otro medio.
Comparto su sentencia: "Pero leer no solo nos enseña a superar desniveles y reparar ruinas, es también gimnasia que vela por nuestra salud […] Cuando leemos, trenzamos los mimbres de la percepción, de la memoria y del razonamiento, y ese entretejer mental frena la degeneración cognitiva". En ocasiones vale la pena desentenderse de la realidad, sobre todo si es política, económica o social, y abrirle un espacio a la imaginación.
@uyohan