En muchas ocasiones la literatura puede ser incomoda. Molesta, enoja, seduce o preocupa. Por extraños o distantes que parezcan los escenarios, a veces suele ser una acuarela de la realidad. Por eso cuando terminé la última página de "Aniquilación", del antes polémico y letal Michel Houellebecq, no pude evitar hacer una comparación con el México contemporáneo, que atraviesa no solo un clima de polarización que tiene como escenario fértil las redes sociales, sino por la terrible probabilidad de que esa violencia virtual alcance el mundo real.
En el marco de un desgarrador retrato familiar, donde el amor y el dolor condimentan la tragedia, el escritor francés elabora una crítica política a un sistema de poder decadente y vigente en la mayor parte de las democracias modernas. El escenario son las elecciones presidenciales de Francia en el 2027, donde uno de los candidatos con mayor posibilidad de llegar al poder es una estrella de la televisión impulsado tras telones por un siniestro ministro de economía.
En la novela de Michel el internet se ha convertido en una aldea que a diario se riega con descalificaciones, incitaciones a la violencia y un odio que hace que la sociedad se divida en dos bandos con ideologías extremas. El retrato, salvo por los aspectos culturales, el nombre de las ciudades y sus protagonistas parece estar narrado en el México actual, donde más allá de los discursos, el odio ha logrado que los ciudadanos del común compren el discurso de unos cuantos y compren las pasiones sin preguntar qué hay detrás de tantos intereses.
Fácil resulta confundir las páginas de la novela con un pequeño paseo por Twitter. Que si el Plan B de la reforma electoral, la condena de un Ex secretario de Seguridad Pública Federal por narcotráfico (Genaro García Luna), el plagio de la ministra de Suprema Corte de Justicia de la Nación Yasmín Esquivel o la incestuosa alianza electoral entre PRI-PAN-PRD, todos, focos de gasolina dispuestos a no permitir que el odio se atice en las redes sociales a diario.
En un autor acostumbrado a sacudir conciencias, aunque sea a través del escándalo, el tratamiento del escenario político resulta impecable. Intenso, pero preocupante por la posibilidad de que su novela se convierta incluso en un leve dibujo de lo que puede pasar si una sociedad deja los libros por las redes. El próximo año México tendrá elecciones y ante la inminente ventaja que tiene Morena, por la pobre y desacreditada oposición, si hay que decirlo con todas sus letras, la posibilidad de que la violencia transite de lo virtual a lo real no deja de asustar.
Lejos de aquel desbocado autor que rafageaba página tras página con personajes decadentes, acá el lector se va a encontrar con una historia que incluso abre un panorama esperanzador en algún sentido, no tanto en lo humano como en lo social. Una mezcla extraña de melancolía y esoterismo. Houellebecq no deja de asustar, más por lo real que por lo ficticio. Su escenario de elección presidencial no dista mucho de lo que hasta ahora hemos visto en países como Chile, Colombia, Brasil y por supuesto México, durante las más recientes elecciones.
Si tuviéramos que definir la novela con la esperanza de que algún político la leyera, algo poco probable, diaria que es una historia sobre la fragilidad del mundo en nuestra época. La banalidad, el consumismo y un vacío de gobierno que permite la construcción de candidatos con la facilidad con la que aparecen falsos profetas de internet. Más allá del dolor familiar, sus personajes tienen la bondad de ver su entorno y eso hace un cambio respecto de sus anteriores novelas.
"Hay muy pocos villanos en 'Aniquilación' y eso me hace feliz. ¡El éxito supremo sería que no hubiera ninguno!", explicó el propio autor en una entrevista el año pasado, y tal vez eso resuma su pensamiento, porque mientras siga existiendo la posibilidad de que el destino de una sociedad este en manos de personajes como Trump, Bolsonaro o Meloni en cualquier sociedad, valdrá la pena escribir e invitar a los lectores a que dejen la pantalla del teléfono y regresen a los libros.
Como si la violencia que provoca el narcotráfico no fuera suficiente, México tiene que lidiar con una clase política tan limitada que no le importa hacer del odio una moneda de cambio. Que el escenario de Houellebecq no nos alcance, depende única y exclusivamente de nosotros como sociedad, informarnos antes de tener que hacerla de bomberos, reflexionar antes de descalificar, pero, antes que nada, poner un alto a los politiqueros baratos que hace años dejaron de defender ideologías para cuidar intereses económicos que los han hecho millonarios.
@uyohan