A partir del sedentarismo las mascotas aparecieron en nuestra vida; animales domesticados de quienes recibimos su carne, piel, pezuñas y hasta cuernos. En contrapartida, los humanos les entregamos -o debiéramos- alimento y protección.
La domesticación fue trabajo relativamente fácil, aunque requirió algunos miles de años. También apareció el gusto por tener una mascota; ellas, importante, dejan entre los menores, aprendizajes sobre responsabilidad, solidaridad y subsidiaridad.
Atrapar a una cabra salvaje y aparearla con un macho dio la oportunidad de tener más crías y con ello mayor aporte proteico, mejorando la alimentación; consecuentemente más vigor, años de sobrevivencia y mejor calidad de vida y, aunque no caben en la clasificación de mascotas, si aportan a nuestra salud.
Loa animales domesticados también se beneficiaron de la relación: ya no tendrían que recorrer grandes distancias para procurar comida y bebida; recibían su dotación alimenticia sin hacer mayores esfuerzos, ahorrando energía, ganado peso, creando más kilos de masa muscular.
La vida sedentaria afectó su estado salvaje, agresividad e instintos de supervivencia, domesticándose y siendo amigables.
Paulatinamente fueron adaptándose a la vida de relación con humanos, hasta ser adoptados en casa.
Los que no se sometieron a la domesticación, pagaron con sus vidas y hasta la desaparición de su especie. Depredadores, salvajes, ¡bárbaros!, que somos los humanos.
Merece mención especial el rescate del bisonte, en Coahuila.
Hoy podemos encontrar al Canis Lupus, perro doméstico; al gato Felis Domesticus, y una gran cantidad de aves, peces, roedores y más, que, adaptados a la vida doméstica, nos acompañan y alegran con sus gracias. Algunos hasta aceptan participar en nuestras tareas cotidianas y aportan seguridad; también pueden ser acompañantes fieles de personas con necesidades especiales, participar en terapias emocionales, hasta rescatar damnificados.
Recordemos que también existen perros ovejeros, guardianes, trabajadores aduanales y policías que olfatean droga; gatos, llevados a bodegas o casas para exterminar plagas de roedores; aves que trabajan en las calles como adivinadoras.
A las mascotas debemos comprenderlas y responsabilizarnos de ellas; al tener vida citadina y familiar han perdido muchas de sus habilidades para buscar su subsistencia. Darles buena calidad de vida es corresponderles agradecidos.
Considere a otros que forman parte de la cadena alimenticia, como cerdos, vacunos o caprinos. Algunos aportan su pelo para confeccionar vestidos, piel para confeccionar abrigos, cuernos y pezuñas para hacer botones y otros complementos del vestuario humano.
Durante miles de años han sido fuente de alimento, aunque a últimas fechas los transformamos en verdaderas fábricas de carne, leche, huevo y reproductores de su propia especie.
Tema aparte es su sobre explotación y abuso de algunos humanos, quienes, en algunos casos, nos recuerdan a la barbarie que pensamos o creemos olvidada.
Desafortunadamente ha proliferado la deshumanización, apareciendo salvajes que los hacen víctimas de sus enfermedades mentales lastimándolos, buscando equivocadamente escapar de su ansiedad y desequilibrio emocional, agrediéndolos y hasta "ejecutándolos".
Usted conoce casos de martirio, estrangulamiento, muerte por inanición, amarrados, encerrados, quemados o dejados en abandono. Incluya a los animales de arrastre, sobre trabajados, mal alimentados, sobrecargados y abusados, soportando asoleadas inmisericordes.
Recuerde a reptiles y arácnidos encontrados en drenajes y encharcamientos de las ciudades.
Caso aparte el del orate parasocial que en un momento de neurosis incontrolable lanzó a un cachorro a un caso con aceite hirviendo. Estoy contra la condena a muerte… pero hay ocasiones que me quedo pensando.
En La Laguna, se habla de al menos 200,000 perros sin dueño, -no hay estadística confiable- que vagan libremente, sin control alguno, poniendo en peligro la salud e integridad física de laguneros y la propia. Piense que algunos son perritos abandonados a su suerte, luego de "entretener al chamaco".
Los organismos oficiales son ineficientes por sus casi nulos presupuestos, aunque habrá que reconocer el esfuerzo con la creación de la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos en Contra de Animales en Torreón y la insistencia por proponer "locales amigables" que reciban a mascotas. También hay sanciones de hasta 10 años de cárcel; raramente se aplican.
Desgraciadamente, nuestra inmadurez social y cultural, nos impide dimensionar la responsabilidad de cuidar a las mascotas y, en cambio, leemos el incremento del abuso, ante la indiferencia de gobernantes y pueblo. Atenderlos medicamente es trabajo prácticamente nulo.
La falta de civismo hace que muchos para sociales no levanten las heces fecales de sus mascotas, dejándolas en prados, plazas y jardines; algunos se molestan al referirles sus responsabilidades.
Nosotros, en casa, tenemos a la Pecas, "perrita" Gran Danés, que nos acompaña, da afecto y nos hace más responsables. Esta entrega, va orientada a motivarle para despertar su atención y evitar mascotas desatendidas, maltratadas y hasta brutalmente sacrificadas. De la respuesta de las autoridades tengo muy pocas esperanzas.
Le invito a sumarse al buen sentido humanista y cuidemos y protejamos a nuestros compañeros del planeta. ¿Tiene mascotas?
ydarwich@ual.mx