Los pastores, es decir los humildes, fueron los primeros en recibir el mensaje del ángel que anunció el nacimiento del Dios hecho hombre en el portal de Belén. Hasta después los reyes se enteraron del prodigio.
Esto es indicativo del especial amor que el Señor siente por los pobres. Sin embargo, no excluyó de ese amor a los grandes de la tierra, e igualmente los recibió en el pesebre, según la tradición relata.
La bondad divina no es pertenencia exclusiva de una clase. Pertenece a todos por igual. Se equivocaba el magnate que rezaba en un templo pidiéndole al Señor el milagro de recibir un millón de pesos que requería para hacer cierto negocio. A su lado un pordiosero le suplicaba a Dios que le mandara lo necesario para comer ese día. El ricachón le alargó unas monedas y le dijo con molestia: "Ten; no me lo distraigas".
Así como el sol sale para todos, el Dios-Hombre vino al mundo para todos. Ante él somos iguales. Su amor a todos nos iguala.
¡Hasta mañana!...