John Dee compró en Italia un telescopio. Pensaba que con él podría ver el último límite del universo.
No lo vio. Apenas alcanzó a ver la Luna un poco más grande que a la simple vista. Pero cuando apuntó la lente hacia el camino vio a una moza campesina de atractivas formas: caderas amplias y abundosas tetas que parecían hechas primero para el amor y luego para la maternidad.
Buscó el filósofo a la joven y la cortejó desmañadamente. (Así cortejan los filósofos). Ella, divertida al principio, interesada después y enamorada al último de aquel extraño hombre, aceptó desposarlo.
Uno noche bastó para que Dee supiera que hay cosas más importantes que la Luna y el último límite del universo. Ahora el sabio es más sabio. Y cuando sea padre -unas noches le bastaron para ponerse en vías de serlo- su sabiduría será mayor.
Y es que hay dos sabidurías más grandes que todas las demás: la de la vida y la del amor. Quien sepa del amor y de la vida será verdaderamente sabio.
¡Hasta mañana!...