ME DESPERTÓ LA LUZ QUE POR LOS CRISTALES DE MI APOSENTO ENTRABA.
Dicho con mayor sencillez: me despertó la luz que entraba por la ventana de mi cuarto.
Pensé:
-Deben ser ya las 6 de la mañana.
Miré el reloj.
Eran las 4.
La luz que de la noche hacía día era lunar. El claro de luna era tan claro que cuando salí al jardín alcancé a ver en el aire las notas de la sonata de Beethoven y de la evanescente pieza que compuso Debussy.
Luego, de pronto, empezó a brillar la luz del día, y se fundió con la claridad lunar.
Pensé que toda esa luz era la misma luz.
Pensé que toda la luz es la misma Luz.
¡Hasta mañana!...