AQUEL HOMBRE Y SU ESPOSA ERAN INCRÉDULOS.
Ni siquiera creían el uno en el otro, lo cual era causa de continuos pleitos entre ellos. La incredulidad suele causar más conflictos que la credulidad.
Un día la mujer y el hombre fueron en busca de San Virila y le pidieron que hiciera algún milagro, pues no creían en los milagros.
El frailecito hizo un movimiento con su mano y el hombre quedó convertido en ratón. Al verlo la mujer lanzó un grito de espanto y se subió a una silla al tiempo que se levantaba las faldas.
Con vocecita de ratón le suplicó el hombre a San Virila:
-¡Por favor vuélveme a mi ser natural! ¡Ya creo, ya creo! ¡No quiero seguir siendo ratón!
Le dijo el santo:
-Qué bueno que ya crees. Estaba a punto de convertir a tu mujer en gato.
¡Hasta mañana!...