¿Recuerdas, Terry, amado perro mío, la noche en que por primera vez viste la luna?
Eras un cachorrillo; habías abierto los ojos apenas unas semanas antes, pero al ver en la altura aquel brillante disco blanco lanzaste un pequeño aullido. No fuiste tú el que aullaste: aulló en ti el abuelo del bisabuelo de tu tatarabuelo, el lobo.
Vamos por este mundo cargando a nuestros antepasados, Terry. Tú eres tú y muchos perros. Yo soy yo y muchos hombres. Si de pronto se nos aparecieran tú verías una multitud de perros y yo vería una muchedumbre de hombres.
Tú eres todos esos perros.
Yo soy todos esos hombres.
Somos lo que ellos fueron.
Tú llevas en ti a todos los perros y a todos los lobos.
Yo llevo en mí a todos los hombres.
Y también a todos los lobos.
¡Hasta mañana!...