ERA UNO.
Luego se hizo dos.
En seguida se hizo cuatro.
Luego ocho.
Después dieciséis.
Treinta y dos.
Sesenta y cuatro.
Ciento veintiocho.
Y así fue creciendo.
Y creciendo.
Y creciendo.
Lo que era uno se multiplicó en tal forma que ya nada se pudo hacer para borrarlo.
El chisme.
¡Hasta mañana!...