¿Me sueñas, Terry, amado perro mío, como te sueño yo?
A lo mejor el mundo en que ahora vives es un sueño. A lo mejor es un sueño el mundo en que ahora vivo yo.
En mis sueños te me apareces perro joven. ¿Hombre joven me aparezco yo en los tuyos?
Siempre fuiste más sabio que tu dueño, Terry. Yo tuve solamente los saberes que se aprenden en la escuela y en los libros. Tú, en cambio, tuviste la suprema sabiduría del amor. Nos amaste con el perfecto amor con que ama el perro. Comparado con el tuyo el amor del hombre es pobre amor. Mi amor es brizna de hierba; el tuyo es bosque. Mi amor es gota de agua; el tuyo es mar. Mi amor es luz de vela; el tuyo es fulgor de astro.
Déjame que te sueñe, Terry mío. Y aunque sea por caridad suéñame tú. Soñémonos los dos por la vereda que sube a la montaña. Volvamos a ser árbol con los pinos, y agua clara con el manantial que brota a mitad de la sierra, y fugaz sombra con el furtivo ciervo.
Volvamos a ser, Terry. Tú, perro perfecto, y yo imperfecto hombre. Te agradezco lo que fuiste. Perdóname tú lo que soy.
¡Hasta mañana!...