Jean Cusset, ateo con excepción de la vez que vio a su hijo recién nacido, dio un nuevo sorbo a su martini -con dos aceitunas, como siempre- y continuó:
-Si crees en Dios no puedes creer en el infierno. Si crees en el infierno no puedes creer en Dios. La idea de un castigo eterno se contradice con la idea de la infinita misericordia del Señor. Se habla de su justicia, pero él mismo lo dijo: "Misericordia quiero, no sacrificio". La bondad del Padre será siempre mayor que su justicia. Por encima de todo está el amor.
Siguió diciendo:
-Toda duda acerca del tema del infierno se aclarará con sólo tres palabras. En ellas se resumen todas las teologías. Esas palabras son: "Dios es amor".
Así dijo Jean Cusset. Y dio el último sorbo a su martini, con dos aceitunas, como siempre.
¡Hasta mañana!...