Hay una canción más bella que todas las canciones.
Tan bella es que algunos dicen que la compuso Dios.
Nadie jamás la ha escuchado, pero se sabe de seguro que la canción existe. Parménides la citó en su Poema -el fragmento en que la menciona está perdido-; San Agustín habló de ella a sus discípulos, y en nuestro tiempo Borges solía ponerla como ejemplo de "belleza sin veedor".
Según la tradición, quien llegue alguna vez a oírla conocerá un goce mayor que cualquiera de los del cuerpo y los del alma. Su alegría será tal que olvidará todas sus tristezas, y volverá a vivir las horas más felices de su vida. Los seres amados que se han ido regresarán a él y le darán su abrazo.
Yo no merezco un bien tan grande.
Aun así mi corazón me dice que alguna vez oiré esa canción.
¡Hasta mañana!...