ME HABRÍA GUSTADO CONOCER A MISS LEILA MAE SMITH.
Jamás faltaba a su iglesia los domingos. Iba al servicio en un antiguo y enorme auto de la marca Oldsmobile que ella misma manejaba, pues era maestra jubilada y su pensión no le alcanzaba para pagar un chofer.
El pastor de su iglesia hablaba siempre del infierno en sus sermones. Decía con voz tonante que todos eran pecadores, y que a muy pocos alcanzaría la misericordia del Señor.
Un día, al final del culto, Miss Leila le preguntó al pastor si él también se iba a ir al infierno. El hombre, desconcertado, acertó a responder que confiaba en que el buen Dios perdonaría sus pecados y que iría, por tanto, a ocupar un sitio en la morada celestial.
-Entonces me portaré mal -dijo la anciana-, para no estar en el mismo lugar que usted, pues pienso que aun en el Cielo seguirá hablando del infierno.
En su siguiente sermón el pastor habló del Cielo, y dijo que ahí nos espera a todos el buen Dios.
¡Hasta mañana!...