En mi vida he vivido en muchas partes antes de reposar en ésta.
La lectura de Moby Dick me llevó a New Bedford, Massachusetts, que por muchos años fue el mayor puerto de barcos balleneros en el mundo. Ahí estuve en el Standard-Times, el periódico local, bajo la guía de su editor Elmer Rodrigues, así, con ese y sin acento. Eso se explica porque una gran cantidad de portugueses, insignes navegantes, hicieron de New Bedford su hogar definitivo.
Conservo un grato recuerdo gastronómico: el clam chowder de un pequeño restorán, el "Yankee Clipper", platillo capaz de calentar al Polo Norte. Era una sopa espesa de almejas que llevaba cebolla, pedazos de papa y apio. Con ella me quitaba los fríos atlánticos que en diciembre congelaban el antiguo y legendario puerto.
Siento nostalgia de mis nostalgias. Me pregunto si existe aún el "Yankee Clipper". Me pregunto si Elmer Rodrigues vive todavía. Me pregunto si se sigue publicando el New Bedford Standard-Times. En mi memoria todos están; todos siguen siendo. Recordar los recuerdos nos salva del olvido, esa otra forma de la muerte.
¡Hasta mañana!...