El padre Soárez charlaba con el Cristo de su iglesia. Le dijo preocupado:
-Señor: te noto triste.
-Lo estoy -replicó él.
-¿Por qué? -quiso saber el Padre Soárez.
Respondió el Cristo:
-Veo que hay demasiadas iglesias cristianas, y muy pocos cristianos. El domingo algunos se acuerdan de mí, pero el resto de la semana la mayoría me olvida. Muchos van a los oficios por rutina, o por obligación. Yo quisiera que fueran por fe, y sobre todo por amor. Amor a mí, que soy el Amor, pero reflejando ese amor a su prójimo en acciones de bien y de bondad. Es hermoso decirme: "Padre nuestro que estás en los cielos."; pero igualmente bello sería decir: "Hermano mío que estás en la tierra.".
-Señor -le dijo el padre Soárez-. A veces no te entiendo.
-Lo sé -contestó el Cristo-. También a ti te falta ser cristiano.
¡Hasta mañana!...