¿Amas con incondicional amor a aquellos con quienes vives?
¿Les brindas siempre cariño y protección?
¿Estás dispuesto a dar por ellos la vida?
¿Eres leal?
¿Lo das todo sin esperar nada a cambio?
¿Sufres en silencio tus dolores y quebrantos?
¿No te quejas si quienes te rodean están tan ocupados que muchas veces no hacen ningún caso de ti?
¿Te entristeces cuando se van y te dejan solo, pero a su vuelta los recibes con alegría y muestras de felicidad?
Si haces todo eso, entonces seguramente eres el perro de la casa.
¡Hasta mañana!...