El pintor hizo un maravilloso cuadro.
Supo que era una obra maestra.
Sin embargo, sucedió algo extraño: al día siguiente la pintura se borró. No quedó en la tela un solo trazo de dibujo, una sola traza de color.
Intentó repetir lo que había hecho. Imposible. El dibujo claudicaba; el pincel y la espátula se negaban a obedecer.
El pintor perdió la razón. Ahora va por todas partes -cafés, tabernas, galerías de arte- mostrando una tela en blanco.
-Es mi obra maestra -dice con orgullo-. Es la obra maestra.
Todos fingen mirarla y comentan en seguida:
-¡Fantástica! ¡Maravillosa!
Es que aún hay gente buena en este mundo.
Ahora bien: ¿por qué se borró el cuadro?
Sé la respuesta pero casi no me atrevo a decirla. Es que hay un dios malo que persigue a los artistas tan sólo porque son artistas.
¡Hasta mañana!...