-¿Bailamos, chula?
-No.
-¿Por qué no?
-Porque no.
-¿Le duelen los pies?
-Lo que está haciendo usté que me duela es la cabeza.
Las mujeres que están cerca ríen por lo bajo, y el galán se atufa.
-Si no sabe bailar yo la enseño.
-Mejor vaya a dar sus clases a otra escuela.
Las risas ya no son tan contenidas. El hombre busca una salida decorosa:
-¿A poco tiene novio?
Interviene la mamá de la muchacha, que hasta ese momento había estado en silencio:
-Pos a poco no, cabrón pendejo.
Cosas para ser contadas suceden en los bailes de rancho. Yo las cuento como contar cosas de ayer, muy del ayer.
¡Hasta mañana!...