El pespunte de la lluvia sobre el techo es música celestial. Oímos su sonar en la cocina de la casa de Ábrego, y el agua de Dios nos acaricia el alma.
Pocas palabras se oyen durante la cena, pues poco se habla en ella. "Oveja que bala pierde bocado", sentencia don Abundio, que narra uno de los decires de doña Rosa, su mujer.
-Cuando nos casamos me dijo: "Si llego a saber que me engañas te cortaré los.". Le pregunté: "¿Los qué?". Me respondió. "Ni creas que los bigotes".
Reímos la intención de las palabras, y doña Rosa declara, hosca:
-La advertencia sigue en pie.
Luego figura con índice y pulgar el signo de la cruz, se lo lleva a los labios y jura con ominoso acento:
-Por ésta.
Don Abundio se atufa.
Todos reímos de nuevo, menos él.
¡Hasta mañana!...