En los primeros celajes del amanecer te veo, y en los últimos del atardecer.
En la nube que se fue te miro, y en la que vendrá luego otra vez te miraré.
Fui para ti, para ti soy, para ti siempre he de ser.
Te recuerdo en lo más hondo del recuerdo, y si llega el olvido también en la hondura del olvido te recordaré.
Por ti creí en Dios. Cuando algún día te encuentre en él volveré a creer.
Vivo porque viviste en mí. Si tu espíritu no está conmigo yo tampoco estaré.
Gracias por haber sido, amada eterna. Gracias por no dejar de ser.
¡Hasta mañana!...