Estos buñuelos están hechos con aire transparente al que se añade un poco de azúcar y canela.
Son tan leves que con ellos el mundo pesa menos que sin ellos.
Los comes y no sabes si los comiste, pues se te deslíen en la boca como si te hubieras comido un espíritu puro, un puro espíritu.
Toma uno en la mano, pero no lo sueltes, porque se irá volando igual que un ángel. Cuida que no se quiebre: él espera que no te quiebres tú. Gózalo. Las cosas como él son para ser gozadas. Es mejor pecar de gula que de necedad.
Perdóname, buñuelo, por no ser tan leve como tú, tan transparente como tú, tan puro como tú.
Perdóname por ser hombre y no pan.
Perdóname por no ser digno de ti, y déjame comulgar contigo.
¡Hasta mañana!...