El frío es para mí la ocasión de sacar la gruesa cobija saltillera "de lana y lana", capaz de calentar el Ártico, y taparme con ella por la noche. Es la oportunidad de tomar el espumoso chocolate traído de Oaxaca, o de beber una copa de coñac con el café al término de la comida. También es el frío un pretexto para encender la chimenea de la sala y sentarme frente a ella con una taza de té de yerbanís y aquel libro de Dickens.
Para otros, en cambio -para muchos- el frío es ocasión de sufrimiento, y aun de muerte.
El sol sale para todos, dice un proverbio antiguo.
También el frío llega para todos.
Pero no es el mismo para todos.
¡Hasta mañana!...