Entre las aplicaciones habituales de la teledetección se encuentran la monitorización de los patrones meteorológicos, el seguimiento de los cambios en el medioambiente, la cartografía del uso de la tierra y la vegetación o la evaluación del impacto provocado por los desastres naturales.
En los últimos años, la ONU ha alertado sobre la necesidad de incrementar la producción de alimentos ante el vertiginoso aumento de la población mundial en las próximas décadas, especialmente en África. No hay una solución milagrosa para alcanzar este mayor desempeño y, por tanto, la seguridad alimentaria mundial, pero si hay una cosa clara es que las nuevas tecnologías desempeñan un papel fundamental a la hora de lograr esto. La tecnología nos permite producir más con menos recursos y favorece una revolución verde, sin el impacto medioambiental negativo de las formas tradicionales de cultivar.
Tecnología revolucionaria
Se considera tecnología revolucionaria a aquella que tiene el potencial de ser transformadora en nuestra forma de hacer las cosas. En algunos casos, se las considera "innovaciones disruptivas". Normalmente, este tipo de tecnología surge de un problema que hay que resolver, en lugar de crear dicha tecnología sin más y abordar un problema cualquiera más adelante. Dado que la tecnología requiere la colaboración de investigadores del mundo académico y de la industria, lo ideal es que la propia industria colabore para que el desarrollo sea de la forma que más y mejor se adapte a las necesidades reales del negocio.
En otros casos, la tecnología ya existe de antes y hay que modernizarla y adaptarla a un uso concreto. El ejemplo más claro de esto es el teléfono, que ha pasado de ser un dispositivo casero única y exclusivamente para llamar a ser un dispositivo móvil capaz de realizar multitud de tareas. Este tipo de transformaciones aplicado a muchos ámbitos del sector agrícola son las que tienen un potencial disruptivo para generar un impacto significativo en los próximos años.
Entendiendo la monitorización por satélite de los cultivos
El monitoreo satelital de la cosecha implica el uso de satélites equipados con sensores y cámaras especializadas para captar imágenes de alta resolución de la Tierra desde el espacio. También es comúnmente conocido como teledetección. Las imágenes por satélite pueden mostrar información que no pueden obtenerse mediante la observación regular sobre el terreno, además reduce las exigencias de mano de obra, dinero y tiempo.
Entre las aplicaciones habituales de la teledetección se encuentran la monitorización de los patrones meteorológicos, el seguimiento de los cambios en el medioambiente, la cartografía del uso de la tierra y la vegetación o la evaluación del impacto provocado por los desastres naturales. Además, su utilización con fines militares y de inteligencia está ampliamente extendido en la mayoría de países del mundo.
En agricultura, su uso principal está orientado a monitorizar los cultivos y las condiciones que les rodean, de modo que problemas difíciles de reconocer a simple vista, como la progresión temprana de las enfermedades o los daños causados por plagas puedan corregirse antes de que sea demasiado tarde. Esto es posible gracias al cálculo de bandas espectrales, algunas de ellas invisibles, pero cuyos resultados muestran información relevante relacionada con el contenido de clorofila o humedad de la planta. Con todos esos datos combinados para elaborar informes, crear registros e integrarlos con otros conjuntos de datos, dando como resultado, por ejemplo, mapas de vegetación y de productividad, los agricultores son capaces de mejorar su toma de decisiones.
Beneficios de la monitorización por satélite de los cultivos
Los beneficios de apoyarse en esta tecnología en la gestión de la explotación agrícola son múltiples. Por un lado, favorece la aplicación de agricultura de precisión, permiten a los agricultores controlar sus cultivos con precisión, optimizando el riego y la aplicación de insumos. En este mismo sentido, al detectar de forma temprana una enfermedad o plaga, el uso de productos puede realizarse sólo en aquellas plantas o en la zona que se necesita y no en todo el campo, mejorando la sostenibilidad y la rentabilidad.
Por otro lado, la monitorización por satélite es la base para soluciones más avanzadas, como las de predicción del rendimiento. Proporcionan información para realizar dichas estimaciones, así como riesgos potenciales, lo cual sirve para estimar la cantidad de cosecha de una zona y el precio que alcanzará en el mercado.
Casos de uso de las imágenes de satélite
Como se mencionaba anteriormente, conocer la humedad del suelo es uno de los casos más habituales. El agua dulce es un bien escaso en muchas partes del mundo, por lo que las imágenes de alta resolución combinadas con el índice NDMI pueden ayudar a hacer un uso racional de este recurso.
Para determinar si las plantas están sufriendo estrés térmico, el uso de imágenes satelitales con la combinación de bandas adecuada mostrará los elementos fríos en tonos morados y los más cálidos en tonos amarillos y rojizos. Este tipo de estrés no solo se da debido a altas temperaturas, también puede ser síntoma de que alguna enfermedad se está gestando.
Asimismo, la característica más importante de las imágenes, su resolución, puede ser usada para distinguir los distintos tipos de cultivos plantados en una región o zona.
La tecnología satelital ha ganado mucha importancia en los últimos años debido a sus múltiples usos. En un contexto en el que la protección del medioambiente y el aumento de los costes de los insumos están a la orden del día, las imágenes de satélite pueden ayudar a los agricultores a mantener la rentabilidad, garantizando una cosecha óptima y abundante.
