Hoy será un día muy especial por el elemento de suyo pecaminoso que envuelve las obras de las que hablaremos. El suspiro de hoy día no estará enfocado a una obra, compositor o estilo compositivo. Hoy contaré el contexto social en el que ciertas obras fueron concebidas de forma clandestina.
Por ello, hoy hablaremos del pecado. Bueno, pero por qué tanto misterio, se preguntarán ustedes. ¿Qué en realidad podrá existir música a tal grado pecaminosa que haya tenido que ser prohibida? La respuesta es contundente es SÍ, y de hecho así titularemos este Suspiro: "La Opera Proibita".
Sumerjámonos pues en el pecado. En la primera década del siglo XVIII, la ópera fue censurada en la ciudad de Roma, aunque esta censura ya se remontaba a los tiempos del Papa Inocencio XII, por entenderla "inmoral". El nuevo siglo iniciaba con el jubileo de 1700.
Por ello todo tipo de entretenimiento fue prohibido y castigado. Sólo la música sagrada en lugares y con motivos religiosos era permitida. En 1701 el Papa Clemente XI condenará toda presentación pública. Como si el paradigma papal no hubiera sido suficiente, entre enero y febrero de 1703, Roma fue sacudida por 2 terremotos, donde por fortuna no hubo heridos.
Como muestra de agradecimiento, fue declarado que toda representación teatral fuera prohibida.Así, las primeras representaciones apenas tendrían lugar hasta 1710. Esta situación religiosa afectó profundamente el desarrollo del teatro, ya que se debatía la relación entre la actuación y la "moral" moderna de la iglesia.
De hecho, el siglo anterior, el papado había declarado el teatro como fuente de pecado y condenación. Entre las prohibiciones estaba aquella que impedía la participación de la mujer en escenario alguno.
Razón por la cual Roma se hizo la cuna de los castrati. Todos los artistas involucrados en el terreno operístico como compositores, cantantes, instrumentistas e incluso empresarios decidieron volcarse al terreno de los oratorios.
Esta es un de las razones por las que esta época en especial vio renacer y florecer el oratorio. Como sabemos, los teatros siempre han sido lugares donde ojos y oídos, mente y cuerpo, son fácilmente seducidos. Ahí es donde hay sólo un paso entre la exaltación y la perdición. No es pues de sorprender que muchos papas durante el siglo XVII y XVIII se preocuparan por la moral de sus ciudades.Sin embargo, también sabemos que cuando existe cualquier tipo de prohibición, se establecen las condiciones perfectas para el mercado negro, la ilegalidad, la corrupción y el deterioro de las instituciones sociales.
Tal es la belleza de la ópera, que en los años de prohibición, se podía encontrar incluso a miembros del clero disfrutando de óperas y obras de teatro, sentados hombro con hombro con los músicos y artistas.
Llegó a ser tan común este fenómeno que se hizo popular término "Noble Pecado" o "Pecato Nobile". El cierre de teatros y las leyes de prohibición no impidieron que poderosos nobles como los Cardenales Pietro Ottoboni y Benedeto Pamphili o el príncipe Francesco María Ruspoli, hicieran importantes encomiendas a ser representadas en sus recintos privados. Pero la prohibición no sólo propició la representación de óperas, sino que provocó la elección de temas ahora sí controversiales como el erotismo entre los personajes.
Un ejemplo de ello lo encontramos en "la Inocencia" del Compositor Caldara, donde podemos imaginar la picante historia de una muchacha cortejando a otra, representadas por contraltos. Y bueno ahora saben por qué, esta noche todos los que escuchen este suspiro serían pecadores declarados en el siglo XVIII.
Hasta aquí el pecado, los excesos y la falta de moral. Aunque si en verdad estas óperas representaran el reino de las tinieblas yo sería el primero en desear permanecer por toda la eternidad en el inframundo de Belcebú Händel, Lucifer Caldara o Mefistófeles Scarlatti.Pecados en un suspiro.
