Las civilizaciones antiguas pensaban que los animales eran los inventores de la música y que realmente el hombre aprendió de ellos mediante un proceso de observación y repetición. Los animales son en buena medida, una fuente de inspiración. En este sentido, pensamos casi en automático en pájaros, y pues ellos han sido en buena medida los más socorridos por los grandes compositores. Pero antes de ir a las aves hagamos un recuento de otros animales que han sido solicitados para "hacer música".
Franz Schubert compone un lied y un quinteto denominado "La Trucha". Camille Saint Saëns emula a tortugas, elefantes, burros, pájaros y a un cisne en su Carnaval de los Animales. De la misma manera Prokofiev, en Pedro y el Lobo hace "hablar" a un lobo, a un pato y a un pájaro. Nikolai Rimski-Kórsakov en su ópera "El Zar Saltán introduce su clásico vuelo del abejorro. La suite de Ballet El Lago de los Cisnes de Chaikovski es otro bello caso de inspiración plumífera en la música. Pero ya que llegamos al terreno aviar mencionaré las 2 aves más famosas en el caso de Mozart.
En primer lugar, está el personaje de Papageno en su ópera la Flauta Mágica. Sus líneas son maravillosas, pues el bajo debe prácticamente cantar como un loro. Mozart amaba las aves, pero es difícil imaginar hasta qué grado. De hecho, Mozart inmortalizaría a un estornino. Este tipo de pájaros tienen la virtud de imitar sonidos, cantos de otras aves e incluso, cantos y voces humanas con cierta complejidad. En su diario puede leerse que un 27 de mayo de 1784 pasaba frente a una tienda de mascotas, y para su sorpresa, en ese momento un estornino silbó un tema que llamó poderosamente su atención.
Inmediatamente compró el animalito y lo llevó a casa. El tema era tan interesante, que Mozart se vio motivado a componer con él el tercer movimiento de su Concierto para piano No. 17 en sol mayor K453. Mozart y su estornino vivían felices. Pero llegó el año de 1787. Su padre Leopold cayó enfermo. Las relaciones con él no eran muy buenas. Para empezar, Wolfgang había decidió no volver a Salzburgo y permanecer en Viena para buscar fortuna como músico independiente. En 1782, y sin el consentimiento paterno, se había casado con Constanza Weber. Sin embargo, y a pesar de sus enojos, nunca dejaron de escribirse, por lo que Mozart sabía que su padre estaba grave.
Leopold murió en mayo de 1787 y el estornino en junio. Mozart estaba desecho y decidió ofrecer un funeral en toda condición para su mascota. Con la ayuda de sus amigos organizó una procesión fúnebre en el patio trasero de su casa, con hombres vestidos de negro y mujeres con velo.
Se dice que los estorninos logran establecer relaciones muy estrechas con sus dueños, por lo que la manifestación de tristeza de Mozart pudo haber sido bastante sincera. Más aún, y ya para despedirse, escribió un hermoso poema como epitafio: Descansa aquí mi querido pájaro loco estornino. Aún de los años en flor, halló el amargo dolor de la muerte. Su recuerdo encoge con triste viento mi afligido corazón. Entréganos, amigo lector, a manera de ofrenda una o dos humildes lágrimas sinceras. Música en un Suspiro.