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Música en un suspiro

SHAKESPEARE Y LA MÚSICA

MIGUEL ÁNGEL GARCÍA

Si entramos a una librería o biblioteca, es normal que encontremos los libros de William Shakespeare en la sección de literatura, sin embargo, en honor a la verdad, sus libros podrían estar en cualquier parte, pues de forma detallada, el bardo hizo verdaderos tratados de filosofía, psicología, historia, ciencia y geografía.

Aunque no fue músico, por alguna razón sus obras han inspirado más que ningún otro literato a cientos de compositores en la historia.

La primera obra musical basada en su pluma fue tomada de su comedia El sueño de una noche de verano. Se trata de la ópera The fairy Queen del también británico Henry Purcell. El mismo Purcell escribiría otra comedia sobre La Tempestad.

En 1960 Benjamin Britten compondría también su ópera El sueño de una noche de verano. Por su parte, en 1849 el compositor prusiano Otto Nicolai compone la ópera Las alegres comadres de Windsor. Sobre esa misma idea Antonio Salieri escribiría el drama giocoso Falstaff, título que más adelante retomaría el gran Verdi en una de sus últimas óperas. Hector Berlioz daría origen a su ópera Beatriz y Benedicto basada en Much ado about nothing o mejor conocida en español como Mucho ruido y pocas nueces.

Richard Wagner en 1834 escribiría su segunda ópera llamada La prohibición del amor, obra basada en Medida por medida, descrita curiosamente por Wagner como una «grosse komische Oper».

Rossini hace gala de su ingenio haciendo su ópera a Otello, pero cayendo en el olvido cuando llega el Otello de Verdi. Aunque una ópera de ruptura, el drama sangriento shakespeariano había llegado ya a Verdi unos años atrás con Macbeth. La famosa tragedia de Romeo y Julieta fue también fuente de inspiración encontrándose en I Capuleti e i Montecchi de Vincenzo Bellini y en la ópera Roméo et Juliette de Charles Gounod.

Sin embargo y sin el ánimo de hacer menos las obras citadas, podemos aformar que la versión más famosa de los amantes de Verona la encontramos en el ballet Romeo y Julieta de Sergei Prokofiev.

Y bueno ya que hablamos de rusos menester es hablar de la obertura fantasía Romeo y Julieta de Chaikovski. Curiosamente Hamlet no ha tenido tanta suerte ya que no existe una obra de gran impacto, por lo que sólo puedo hacer mención del Hamlet del compositor inglés Humphrey Searle en pleno siglo XX.

El alemán Boris Blacher escribiría un ballet para Hamlet muy interesante, aunque no tan conocido. Mario Castelnuovo Tedesco escribiría una ópera muy olvidada para EL Mercader de Venecia, y otra más desconocida aún sobre EL Rey Lear de Berlioz. Jules Massenet trataría a Antonio y Cleopatra en su ópera Cleopatra. Sorprendentemente, nadie se interesó en Julio César o Tito Andrónico, salvando esta barbarie, Beethoven con su obertura Coriolano.

William Shakespeare, el hombre que conoció al ser humano y que logró plasmarlo en todas sus facetas más allá del tiempo y del espacio.

Quizá por ello afirmaba: Todo el mundo es un escenario, Y todos los hombres y mujeres meros actores…, en un suspiro.

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