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YAMIL DARWICH

El mundo está cada día más polarizado, diferenciándose como países ricos -pocos- y pobres, -la mayoría- llamados eufemísticamente "en vías de desarrollo"; en la triste realidad se observa una relación directa y principal: la calidad educativa como buena o mala, en todos los niveles.

Diferentes países han aplicado fuertes recursos económicos para educar a su pueblo; otros, no lo han hecho o el esfuerzo ha sido desvirtuado por problemas ajenos -politiquería, sindicalismo mal entendido y falta de capacitación para la enseñanza- logrando que sus ciudadanos tengan menos escolaridad para enfrentar la vida de alta competitividad.

En algunos países, pareciera que es intencional la degradación educativa y el descuido tiene propósitos ideológicos -México-, recordando que: "un pueblo mal educado no tiene muchos argumentos de defensa".

La decepción aparece revisando la evaluación mundial: a pesar de los esfuerzos -con distanciada comparativa entre desarrollados y en desarrollo- nuestros resultados son pobres: no ha mejorado el nivel educativo de la educación, particularmente la básica.

Bjorn Lomborg, presidente del Copenhagen Consensus Center y profesor visitante en Hoover Institution, de la Universidad de Stanford, considerado uno de los más reconocidos expertos en el tema educativo, ha confirmado la falla en el logro de objetivos; escribe:

"De hecho, los enfoques adoptados con más frecuencia por los gobiernos, como aumentar los salarios de los profesores, reducir el número de alumnos por clase y construir más escuelas, son costosos y contribuyen poco o nada al aprendizaje. Sin embargo, suelen ser las soluciones a las que recurren para cumplir compromisos internacionales como las promesas educativas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible".

"Estos objetivos de gran alcance han sido acordados por todos los gobiernos del mundo, pero sus promesas educativas para 2030 son imposiblemente ambiciosas. Según las mejores tendencias actuales, llegaremos al menos con un cuarto de siglo de retraso".

Ha habido esfuerzos para vencer a la mala educación, caso de la fundación "Una computadora portátil para el aprendizaje", creada por Nicholas Negroponte, de Cambridge, Massachusetts, Estados Unidos,que entregó en el año 2000 computadoras a los niños, con un precio de 100 dólares, buscando accederles a la información y aplicación para su aprendizaje, en la que, años después, no se observó ningún impacto en el desarrollo del conocimiento.

La promesa de los políticos del mundo de terminar con el analfabetismo para el año 2030, no se ha cubierto ni al 50% y, según evaluaciones, el 80% de los niños del planeta no han adquirido las herramientas suficientes -matemáticas, lectura, comprensión, etc.- para enfrentar eficientemente su futuro educativo o integración al sector productivo.

Para nuestro caso, la OCDE, en sus evaluaciones anuales, nos ubica en últimos y penúltimos lugares.

El propio Lomborg, refiriéndose a México, dice: "Según los últimos datos disponibles del Banco Mundial de 2016, México gasta alrededor de 1,300 dólares por alumno de primaria cada año. Sería útil plantearse si ese dinero podría gastarse mejor. De hecho, es fácil gastar una fortuna en iniciativas bienintencionadas que aportan poco o ningún aprendizaje".

Según la OCDE, en México, el promedio de inversión por estudiante -promediados todos los niveles- son 7,341 dólares, alrededor de 148,000 pesos por año y recomienda como temas prioritarios: "mejorar la calidad de los servicios educativos, incrementar los niveles de logro académico y reducir las tasas de deserción".

La crítica nacional experta coincide en el diagnóstico internacional: nuestros principales retos están en: la liberación del proceso educativo de los abusos con fines políticos, iniciando con la reorientación del sindicalismo para atender las necesidades integrales de los educandos -capacitación efectiva, orientación profesional y del bienestar familiar-; cubrir en calidad y cantidad los programas educativos obteniendo porcentajes aceptables de eficiencia, basados en desarrollar las capacidades/conocimientos del profesor para enseñar; cumplimiento de horarios y calendarios; y capacitación adecuada para el proceso.

Merece especial atención un programa de construcción, reconstrucción, adaptación con equipamiento suficiente para las escuelas. Aquí, nuevamente aparece la corrupción obstaculizando los objetivos.

Al tener la experiencia en la participación del diseño de una escuela de educación secundaria, pude corroborar que la calidad de los programas educativos del nivel eran buenos, por encima de muchos de los revisados de otros países llamados desarrollados.

La contraparte la encontramos en la poca y pobre cobertura de contenidos programáticos, la falta de capacitación de los profesores y los muy limitados recursos materiales -de las escuelas mismas y los padres de familia que aportan los medios a sus hijos.

Habrá que esperar a la revisión y evaluación del nuevo programa educativo y los libros de texto editados para tal fin; el adelanto en los comentarios es preocupante, en términos de libertad de la enseñanza, aprovechamiento y formación de conciencia ciudadana productiva.

Siempre queda poder mejorar y nuestras autoridades debieran comprender que la educación es la base para el desarrollo nacional… ¿o acaso tendrán intereses inmorales diferentes?

ydarwich@ual.mx

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