Educación Básica

Neuroeducación: entender el cerebro para aprender mejor

Un niño emocionalmente sano también aprenderá más

Neuroeducación: entender el cerebro para aprender mejor

Neuroeducación: entender el cerebro para aprender mejor

FÁTIMA DE LA PAZ

Existe una disciplina que estudia el funcionamiento del cerebro durante el proceso de enseñanza y aprendizaje: la llamada “neuroeducación.”

Daniel Bárcenas, licenciado en Psicología con preparación en Educación, enfocado en problemas de aprendizaje, consideró esta disciplina como algo nuevo en el mundo de la enseñanza:

Es el conocimiento de todos los procesos que ocurren a nivel cerebral, relacionando la psicología, la sociología, la medicina con la finalidad de mejorar o potencializar tanto los procesos de aprendizaje, como los procesos de enseñanza”.

Panorama y beneficios

La importancia de conocer el funcionamiento cerebral recae en el aprendizaje de los infantes, desde su experiencia trabajando con niños con dislexia, con déficit de atención, con hiperactividad, autismo, asperger, rezago escolar derivado de la pandemia. Hay, dijo, una programación incluso inconsciente “que no nos deja ver más allá de la persona a la que le estamos como dando ese conocimiento”.

Reflexionó que hay docentes que se limitan a ser emisores y adjudican la responsabilidad de tomar ese conocimiento a los receptores, en este caso los alumnos.

Hay cosas que sí funcionan y otras que no. Hay niños o alumnos que van a decir ‘ah, esto sí me funciona y yo desde mis habilidades cerebrales puedo generar algo, aplicar algo’, pero hay otros niños que no”.

Mencionó la relevancia de conocer el funcionamiento del cerebro del ser humano en general, pero hizo hincapié en los niños: “vale la pena conocer el cerebro de estos niños, porque no hay dos niños que aprendan de la misma forma. Entonces si nosotros conocemos realmente el cerebro de los niños, de las personas, vamos a intentar generar esto que decía, a potencializar su proceso de aprendizaje”.

El conocimiento tendría que volverse una experiencia para que el niño verdaderamente pueda no nada más aprender, sino llevarlo a la práctica”.

Pero también resaltó el mundo de las emociones:

Algo que ocurre en el sistema educativo es que pareciera que es más importante trabajar la parte del intelecto, del conocimiento, como esta sensación de analizar el concepto, olvidándonos de la parte emocional”.

Ante ello destacó que un niño emocionalmente sano, feliz, aprenderá mucho.

Si desde niños se nos enseñan las emociones, a gestionarlas, a tener autocontrol sobre ellas, a identificarlas, y, sobre todo, a hacerlo también con el otro, creo que nos espera un futuro brillante”.

Sus métodos incluyen el juego, para convertir la experiencia educativa en algo sensorial, raíz de la neuroeducación, ya que dicta que, si hay un estímulo, se genera el aprendizaje.

Que este estímulo pueda pasar a través de los sentidos del alumno, para que este aprendizaje se vuelva una experiencia de vida y entonces sea como sentir algo que jamás han sentido”. Para Daniel, “el aprendizaje tendría que ser un generador de asombro”.

Concluyó que la relevancia de conocer el cerebro del infante deriva en “conocer más allá de lo que las palabras pueden generar”.

DIVERSIDAD EN EL AULA

En su trabajo “Diversidad en el aula”, la maestra Lucía Cabrera Méndez definió la diversidad como “la variedad de alumnos que existen dentro de nuestras aulas. Nuestros alumnado es diferente en género, cultura, estilos de aprendizaje, modos de pensamientos, en sus limitaciones o posibilidades, físicas, discapacidades”.

En torno a ello, para lograr un equilibrio y transmitir el mismo conocimiento a alumnos tan diferentes, el psicólogo Daniel recomendó que los docentes reciban capacitación para adquirir nuevas técnicas sobre neuroeducación, además de desarrollar habilidades emocionales, con el fin de convertirse en un equipo multidisciplinario, incluyendo a los padres de familia en este proceso.

Lo ejemplificó con una metáfora:

La escuela o el sistema educativo se vuelve como un barco, y quien lleva la batuta del barco a final de cuentas es el maestro. A final de cuentas, los maestros mantienen el barco y que éste se mantenga flotando. Creo que sí debe haber alguien que pueda estar observando, analizando y sobre todo comprendiendo el trabajo del maestro”.

A su vez, señaló que la jerarquización en las escuelas se ha ido acentuando, cuando lo mejor sería que el maestro se adentrara al mundo del niño, colocándose a su nivel.

Desde un panorama asertivo, el especialista en psicología infantil consideró que, si los docentes tienen conocimiento sobre el cerebro, desde lo intelectual hasta lo emocional, pueden llegar a generar sus propias herramientas para que el niño pueda verdaderamente aprender”, y esto contribuirá también a no generar tanta presión en los infantes: “la presión genera incomodidad”.

Para identificar cómo aprende cada niño “hay que estar como desde mis sentidos perceptivo a lo que ocurre en el salón de clases”, dijo. Destacó la comunicación, dándole el poder al niño de retroalimentar, creando un vínculo desde el respeto.

Neuromitos

Enumeró los neuromitos que él como profesionista ha ido conociendo, y dijo que éstos terminan “por interrumpir” el correcto aprendizaje:

1. Hay una creencia de que los hemisferios del cerebro están divididos. Así, uno corresponde a la parte creativa y el otro a lo racional. “La verdad es que el cerebro trabaja como un todo. Sí creo que hay niños que son más creativos que otros, o hay niños que son más racionales que otros, pero eso no significa que su hemisferio derecho esté más avanzado, más desarrollado que su hemisferio izquierdo”.

2. ¿Si le das azúcar el niño va a dejar de poner atención? Eso es un mito, “no es algo que yo diga, son estudios que se van realizando por gente que se dedica a esto, que han dicho que la azúcar no influye en la ausencia de atención”.

3.- Solamente usamos el 10 por ciento de nuestro cerebro, quien usa más es porque es un superdotado, por lo que dijo que el cerebro “simplemente trabaja, siempre está funcionando incluso cuando estamos dormidos”.

4.- El cerebro se encoge por falta de agua. Para lo cual declaró que, si bien la hidratación tiene que ver, este órgano no disminuye su tamaño por eso.

5.- Los niños son como esponjas al momento de aprender. Declaró que no hay un periodo crítico para el aprendizaje: “todos podemos aprender, la cuestión es identificar que podemos aprender de forma distinta”.

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