ÁTICO
Hacia 2024, AMLO ha construido un proceso que da ventaja a Morena y diseñado para no confrontar ni poner en riesgo a la puntera.
AMLO ha puesto reglas para la sucesión que tratan de disfrazar al dedo. Será candidato de Morena quien encabece los estudios de opinión pública, según se ha filtrado. Hoy conoceremos los detalles del acuerdo en el partido.
No es el regreso al viejo PRI. El "tapado" era un mecanismo para darle al Presidente el control de la sucesión desde la secrecía. La cargada, el movimiento de toda la clase política a favor del ungido por el dedo presidencial, creaba la unidad del partido. Tras bambalinas, el Presidente tenía que balancear los diversos intereses, pero podía sorprender con alguien poco conocido, como lo hizo Echeverría al destapar a su amigo José López Portillo, quien estuvo en el gabinete como Secretario de Hacienda durante sólo 15 meses. Las elecciones no importaban. López Portillo ni adversario tuvo.
Ahora hay que ganar en las urnas. AMLO ha construido un proceso en el que el candidato de Morena llegará con ventaja al 2024. Desde la conclusión del proceso electoral del 2021 lleva promoviendo a sus corcholatas, y a una en particular, la jefa de Gobierno de la CDMX, la cual ha recibido por lo tanto todo tipo de apoyos. Una cargada anticipada.
Claudia Sheinbaum está arriba en las encuestas públicas de intención de voto. Al resto le quedan un par de meses, de vacaciones de verano, para tratar de alcanzarla. Marcelo Ebrard parece ser el único con posibilidades reales de ser disruptivo. En reconocimiento ante el electorado está, para fines prácticos, empatado con Sheinbaum. Por eso importa tanto qué y cómo se pregunte en los sondeos.
Si los resultados de las encuestas quedaran dentro del margen de error, no hay forma de saber quién va realmente arriba y se hará evidente el dedo presidencial. Para evitar esto los partidos democráticos eligen a sus candidatos en una urna. Además, las encuestas pueden ser inexactas, algunas le daban a Morena en el Estado de México una ventaja de casi 20 puntos. La de Reforma fue la más atinada, por si Morena requiere una encuestadora confiable.
Los candidatos de Morena tendrán prohibido debatir entre ellos. Ebrard lo había exigido, pero el proceso está diseñado para no confrontar ni poner en riesgo a la puntera. El objetivo central es posicionar al candidato de Morena; el segundo, mantener la unidad.
Los premios de consolación parecen estar ya definidos: liderar el Senado y la Cámara de Diputados y ocupar un puesto en el próximo gabinete. De ganar la Presidencia el ungido, no le será fácil tener adversarios frustrados en puestos de poder.
Coahuila mostró para Morena el costo de la división. También el valor electoral del PVEM y del PT. Para animar que se queden con Morena, en la alianza en el Estado de México, el convenio firmado les permitió al PVEM y al PT llegar al 10 y 7.4 por ciento de los votos. Estos no se los dieron los electores, así se acordó distribuirlos. Para mantenerlos dentro de la coalición, Manuel Velasco será la corcholata verde. Gerardo Fernández Noroña, la del PT. Suerte.
La oposición está obligada a seguir el modelo opuesto: abrir de verdad el proceso de selección de candidatos y construir, mediante debates, una candidatura atractiva. Los debates deben atraer a un amplio público, pero sin dejar heridas profundas. En algún momento deberá realizar sus propias encuestas. No es fácil. En México no hay, como en Argentina o Estados Unidos, elecciones primarias obligatorias que permitan a los ciudadanos votar por quien les parezca la mejor opción.
Sin un candidato con apoyo ciudadano y con propuestas interesantes y novedosas, el votante insatisfecho con Morena puede optar por ni siquiera salir a votar. La abstención no solo es responsabilidad del electorado: es en buena medida el resultado de postular candidatos poco atractivos, sin una narrativa que entusiasme y desde el dedo de las dirigencias partidistas.
