Sin escatimar, se recurre a todo tipo de estrategias para darse a conocer y posicionarse entre las preferencias del electorado. (FERNANDO COMPEÁN)
Cada vez que hay en puerta un proceso electoral se da el mismo fenómeno: el debut o resurgimiento de personajes del ámbito político, empresarial, artístico o de cualquier otro que, en su anhelo de llegar a ocupar un cargo de elección popular, saltan al escenario con un único fin, el de captar el voto de la ciudadanía.
En el afán de alcanzar posicionamiento, se recurre a todas las vías posibles y sin escatimar para hacer llegar el mensaje, desde la entrega de volantes casa por casa, llamadas telefónicas, la difusión de contenidos en las redes sociales, la renta de anuncios espectaculares, entre otros.
Como ejemplo, se puede mencionar que contratar un anuncio espectacular representa un costo desde 15 mil hasta 23 mil pesos mensuales por cara, ya que hay estructuras sencillas o dobles, y cuya variación en el precio depende de la ubicación, de manera que los más costosos son aquellos que se encuentran en espacios privilegiados, como vialidades principales o de alta circulación.
Esto sin considerar el gasto de otros 8 mil a 10 mil pesos por la elaboración y colocación de la lona.
El ejemplo más reciente en nuestro país fue la contienda interna de Morena por la llamada "coordinación de defensa de los comités de la cuarta transformación", eufemismo con el cual se nombra a quien encabezará la candidatura a la presidencia del país.
En este caso, desde muchos meses antes al inicio formal del proceso aparecieron por todo el país anuncios espectaculares que promovían a los principales aspirantes, sin que ni éstos ni el mismo partido asumieran la responsabilidad, sino que se deslindaran atribuyendo la contratación de dichos espacios a los simpatizantes.
En el ámbito local, vuelven al escenario algunos personajes con una narrativa ya establecida, o bien aparecen otros que intentan conseguir la atención del electorado, generando un ambiente que, de acuerdo con los especialistas, puede abonarle más al hartazgo e indiferencia que a despertar un genuino interés entre la gente.
ANÁLISIS
Diego Iván Pérez, experto en Comunicación Política, Gestión Sociocultural, Marketing Digital y catedrático de la Universidad Iberoamericana, refiere que, el objetivo primordial de los aspirantes es que la gente los conozca, que sepan que existen y por ello, su estrategia de comunicación suele basarse en aprovechar cualquier espacio para vincular su nombre, rostro y actividad en un supuesto beneficio de la ciudadanía, pero movidos por el interés de obtener su voto.
Sin embargo, desde el punto de vista ético, esto puede llegar a generar cuestionamientos de la sociedad, sobre todo cuando se hace fuera de los calendarios o procesos que dictaminan los órganos reguladores, como ocurre cada vez con más frecuencia, y con un agravante mayor si se trata de servidores públicos en funciones que, de forma velada, podrían estar empleando recursos públicos en promover su imagen.
Esto lastima la legitimidad y transmite la idea de que se recurre a vacíos legales o áreas de oportunidad para promocionarse, lo que afecta la reputación del aspirante.
"Hace que el electorado esté más decepcionado, vea los procesos electorales con cierto hartazgo, pues genera el pensamiento de que todos los políticos son iguales y se aprovechan de las mismas circunstancias", expresa.
De todo ello podrían surgir dos escenarios, el que la propia sociedad civil presione para formular leyes más severas y una mayor fiscalización en estos detalles, o de lo contrario, que recurra a la indiferencia y desinterés por la vida política del país o su localidad, partiendo de que políticos y ciudadanía son dos entes y no parte de una misma sociedad.
CONTACTO MÁS HUMANO
Participar de manera activa con grupos de la sociedad civil organizada; buscar un contacto más humano y cercano a la gente y hablar con argumentos, es lo que se requiere hoy en día de la clase política y quienes aspiran a un cargo público, propone Diego Iván Pérez.
Lejos de la típica foto comiendo antojitos o gorditas en los mercados, esto tiene que ver con una vinculación orgánica con la ciudadanía, además de la cercanía con grupos empresariales, académicos, universitarios, entre muchos otros sectores que la representan.
Al respecto, señala que los partidos políticos deben entender la importancia de integrar a la sociedad civil, dejar de imponer candidatos de las cúpulas y tomar en cuenta el parecer de la gente, de alguna forma como ocurrió en el Frente Amplio por México (FAM), en el que las agrupaciones civiles y no la militancia de los partidos llegaron a tener cierto peso genuino en la selección de su representante para la contienda de la Presidencia en 2024, Xóchitl Gálvez.
"Esta sociedad civil que va despertando con temas como la defensa del INE o de la Suprema Corte, incluso ciertos grupos del oficialismo pueden mover la balanza, lo del FAM es algo que quedará para la historia, es como una especie de primera vuelta de otros países".
El académico destaca que la elección del próximo año será de particular interés, porque además de este fenómeno, se podría dar un escenario sin precedentes, en el que los mexicanos tendrán solamente dos opciones ante sí y esto puede ayudar a revitalizar la democracia.
