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Nuestro México maravilloso

EVERARDO MORENO CRUZ

No es hiperbólico decirlo. Desde muy diferentes perspectivas podemos así considerarlo. A lo largo de su historia, desde los tiempos en los que se desarrollaran diferentes culturas, antes de que llegaran a invadirnos, que no a conquistarnos, que como bien dice ese distinguido muralista mexicano, Ariosto Otero, nos robaron nuestro oro, pero nunca nuestra riqueza, hasta nuestros días, existen pruebas fehacientes de nuestra singularidad universal. No se piense que estoy sugiriendo la absurda solicitud de que España o el Vaticano nos ofrezcan disculpas.

Sin embargo, la singularidad nacional, basta para justificarla conocer la información de los medios de comunicación de los últimos días. Ahí me entero que un grupo de personas irrumpieron violentamente en el Congreso de la Ciudad de México, y no obstante los destrozos materiales que causaron a ese edificio, no merecieron el menor reproche presidencial.

Y veo también la reseña de esa impresionante manifestación que llenó la Plaza de la Constitución y cubrió las puertas de la Corte con flores, que independientemente de sus colores, fueron las flores de la esperanza de quienes no queremos desaparezca un organismo que garantiza elecciones transparentes y limpias, para evitar que nuestro gran país sea la Venezuela, Nicaragua o Cuba del norte.

Sin embargo, para esa marcha, del poder público sobraron las descalificaciones y diatribas. Solo merece aceptación la expresión que aplaude a quien en 2018 ganó las elecciones, pero que día a día con negativa perseverancia, está logrando el rechazo de quienes creemos en la libertad y la democracia.

Al hablar del maestro Ariosto Otero, tenemos en él también, una clara muestra de esa singularidad nacional de la que debemos sentirnos orgullosos. Es un pintor que expone brillantemente esa escuela pictórica nacional que es el muralismo.

Su obra en la plaza cívica Leona Vicario de la Secretaría de Gobernación, es testimonio de la afirmación que hacemos de su espíritu creativo; debemos visitarla, constituye un repaso en cuatro murales de la historia nacional. Se realizó por la iniciativa de Ricardo Peralta, maestro universitario que, como subsecretario de Gobernación, alentó su creación. Se emplearon técnicas mayas y aztecas en su elaboración, y plasma en los muros con pinturas y bajo relieves nuestro pasado, pero también nuestro presente.

En el edificio se encuentran ocho murales del maestro Otero, como en otras dependencias del gobierno. Son todas dignas de ser conocidas. Constituyen, además, la presencia del muralismo mexicano surgido a principios del siglo pasado.

Otero Reyes es reconocido no solo en México, sino también internacionalmente, por sus creaciones artísticas. Está ahora empeñado en la creación de una escuela para enseñar el muralismo, que es una aportación intelectual de México al mundo. Ojalá la sucesora de Vasconcelos, Torres Bodet, Agustín Yáñez y otros ilustres intelectuales, la actual secretaria de Educación, que destaca por su ignorancia, como lo hemos visto en algunas de sus entrevistas, acoja con simpatía esa idea.

Su antecesora, distinguida por descontarles a sus empleados en el municipio de Texcoco, una parte de su salario constituye, junto con la actual titular de esa dependencia, una razón más para hablar de la singularidad de nuestro gran país, por ser respetables damas difícilmente consideradas dignas de presidir las oficinas encargadas de la educación nacional.

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