FARSA TRAGICÓMICA
En el largo periodo de hegemonía priísta, 1929-2000, tres conceptos arraigaron en el léxico popular, adquiriendo con el tiempo el carácter de instituciones de la política mexicana; el tapado, el dedazo y la cargada.
Si deducimos los cinco años en los que Calles designó unilateralmente a los tres primeros presidentes del periodo posrevolucionario, después del magnicidio de Álvaro Obregón (Portes Gil , Abelardo L. Rodríguez y Ortiz rubio) e iniciamos nuestro recorrido histórico a partir de 1934 tenemos que durante 66 años, el pueblo vio con naturalidad que el Presidente de la República en turno, designara a su sucesor; en la segunda mitad de su quinto año de gobierno empezaba a especularse sobre quien seria el sucesor y el mandatario en funciones de vez en cuando insinuaba con señas y símbolos cual de sus secretarios de Estado era de su preferencia y resultaría finalmente beneficiado con la candidatura, y entonces el pueblo comenzaba a hablar del "tapado" ósea el que ya estaba señalado por el presidente y solo faltaba que lo descubriera. Al designarlo lo hacía apuntándolo con el dedo y así se decía que hubo "dedazo".
Una vez destapado, venía lo que se llamaba la "cargada", que casi siempre la iniciaba el líder obrero Fidel Velázquez, y dirigente de la CTM y entonces todas las "fuerzas vivas" del país se sumaban al que había sido designado por el dedo del presidente: obreros, campesinos, maestros, empleados, ferrocarrileros, electricistas, petroleros, empresarios, deportistas, burócratas en fin todas las clases y estratos sociales del país manifestaban su adhesión y apoyo al que sería no solamente seguro candidato del Partido Revolucionario Institucional, sino seguro próximo Presidente de la República. Era la época de la hegemonía política del PRI, que oficializaba la candidatura del elegido en una asamblea nacional a la que llamaban Convención, celebrada en un espacio abierto o cerrado, suficientemente amplio donde cupiera el mayor número de asistentes, pues a tal evento concurría toda la clase política del país.
Declarado oficialmente el candidato, paulatinamente iba disminuyendo el poder del Presidente y el escenario político era ocupado por el ungido que ya andaba en plena campaña electoral.
Además, el presidente en funciones designaba también a los candidatos a gobernador de los estados, y estos una vez en el poder, designaban a los presidentes municipales. Como se ve era una hegemonía vertical y horizontal. Por el hecho de señalar a su sucesor se decía que el presidente gozaba de facultades metaconstitucionales, es decir, atribuciones que iban más allá de lo que la Constitución le autorizaba.
Pero este poder omnímodo del priísmo tenia que acabar como acabó, porque el pueblo hartado de las anomalías, errores, defectos, vicios y malas actuaciones de muchos de los que fueron sus abanderados le dio la espalda al partido que durante casi 70 años dominó la escena política del país y fue en el 2018 cuando Andrés Manuel López Obrador, postulado por el Partido Del Movimiento De Regeneración Nacional (Morena) desplazó al PRI del poder ganando la elecciones para presidente de la República con una votación histórica por cuantiosa y abrumadora lo que le represento un poder extraordinario, que si embargo, no ha desempeñado a la altura de las circunstancias , pues lo que estamos viendo con la actuación de las que él mismo llamó "corcholatas" es una farsa que raya en lo trágico y en lo cómico ya que las reglas que aprobaron en el acuerdo del pasado domingo disfrazando de falsa democracia lo que fue un acto de autoritarismo del Presidente y de sumisión por parte de los aspirantes a sucederlo, ya que las reglas del juego fueron dictadas por el poder ejecutivo federal y los participantes no podrán impugnarlas, ni cuestionarlas, ni debatirlas, con prohibición de dar declaraciones a la prensa o de atacarse entre ellos. ¿puede llamarse a esto democracia?
Morena está incurriendo en las mismas viejas y viciosas prácticas priístas que tanto criticó, pero aquellos al menos reconocían y aceptaban abiertamente que la sucesión presidencial era dirigida y controlada por el Ejecutivo , mientras los morenistas lo disfrazan como un acto democrático.
Lo que avizora y se adivina es que el presidente de la República pretende mantener el poder a través de quien gane la elección, pues sería un candidato del que manda hoy.