Más allá de las características que cada uno de ellos tenga, del perfil que muestra los atributos o cualidades que les dan los méritos suficientes para haber sido considerado por el que manda desde Palacio Nacional como opción de Morena para candidato a presidente de la República, el método empleado y la forma de aplicarlo, es lo que ha provocado que algunos de las "corcholatas" hayan roto el pacto de no debatir y no atacarse entre ellos.
No se cuestiona el perfil de los morenistas aspirantes a la coordinación de la cuarta transformación, incluso puede afirmarse que son buenos en lo general, aunque se nota que quieren imitar a su jefe, el presidente de la República; lo que se cuestiona es la manera tan discrecional en que el Ejecutivo reparte los apoyos; a leguas se ve que su corazón late aceleradamente por la exjefa de la Ciudad de México y por el excanciller.
Son "tan buenos", como lo serían algunos que no fueron considerados por AMLO para participar en este juego tenebroso que ha abierto, con el propósito de exhibirlos y demostrar la fuerza que tiene, porque al fin del día lo que México verá es que quien decidirá el candidato de Morena es el propio presidente de la República.
Fueron muchos los que creyeron que el procedimiento morenista era una auténtica competición al interior del partido, democrática, equitativa, imparcial, alejada de los viejos métodos priístas de la recomendación, de la línea; por eso se registraron como aspirantes y confiaron en que el resultado de las encuestas y sondeos de opinión serían definitivamente los elementos que se tomarían en cuenta para definir al candidato de la 4T. No es así. Morena trasplantó los vicios del antiguo sistema de partido único, que tanto ataca y que ahora lo resucita. Para empezar no se sabe cuál o cuáles son las empresas encuestadoras, cuál el método que aplicarán y cuáles los criterios a implementarse y qué atributo o cualidad calificarán.
El órgano de gobierno de la coalición morenista emitió un acuerdo para regular el procedimiento de postulación de candidato, señalando que ésta será por encuesta o sondeo de opinión, atendiendo a las características sociales, políticas, culturales y demográficas de cada región. Sin embargo, esas encuestas o sondeos de opinión, hasta ahora no se han conocido, ni se sabe de su contenido ni a quienes se dirigieron, cual fue el resultado de las mismas y que opinaron los encuestados. ¿Acaso todo lo quiere dejar para septiembre?
Al final serán encuestas sin resultados efectivos porque se trata de una farsa; no se quiere medir la opinión sobre los aspirantes, sino medir el índice de resistencia de los militantes, y esto lo saben bien los morenistas pero no se atreven a hablar por temor a las represalias de AMLO por haberse atrevido a opinar en contra de lo que él dispone; porque quiere hacer historia y que finalmente será él quien decida el que será el candidato que gane la elección para que sea sucesor.
¿Para qué implementar todo un aparato y mecanismos que finalmente no tendrán la aplicación esperada? Si el propósito es designar a determinada persona sería más fácil y menos desgastante decir abiertamente quien será su candidato sin un simulacro de competencia, con lo cual se evitarían fracturas, rupturas y posibles disidencias.
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