Nosotros Las palabras tienen la palabra VIBREMOS POSITIVO Eventos

columnas

Pequeñas especies

Qué temprano se hizo tarde

MVZ FRANCISCO NÚÑEZ GONZÁLEZ.-

Con gran regocijo y con la venia del Señor, doy una vuelta más a la hoja de mi viejo calendario. Qué temprano se hizo tarde, la vida pasó tan de prisa que mi alma no alcanzó a envejecer al mismo tiempo que mi tronco atardecer, pero no es la edad que tengo, sino lo que mi corazón siente y mi mente mande, está mi edad más que agradecida disfrutando un año más de vida.

A mis viejos años llegó la paz a mi conciencia, me siento dispensado de pecados, pues ya no recuerdo cómo son, siendo mis únicos vicios, mis nietos y mi profesión. Qué importa los años que tengo, lo que vale es cómo me siento, tengo los años que necesito para decir a la vida. ¡Vida estamos en paz!

A nuestra edad llega el milagro más grande de la vida, la dicha inmensa de ser abuelos, ahora comprendo por qué hasta las últimas hojas del calendario llegan los nietos, nos regresan la juventud olvidada, reviviendo la historia de amor de nuestro viejo matrimonio, siendo los hijos el testimonio de nuestra unión, y los nietos la confirmación de aquél sagrado sacramento.

El viejo hogar vuelve a florecer en el otoño de nuestras vidas, los nietos nos dan los besos que ya nadie nos da, son la alegría de las mañanas, la calma a las angustias, la salud a las enfermedades y la razón de no morir todavía. Siempre serán nuestros pedacitos del alma.

Durante el transcurso de cuarenta y cinco años gozando de mi trabajo, una de las experiencias más gratas ha sido reintegrar la salud a mis pacientes de patas y colas. Sin darme cuenta envejecí cuando tenía que avisar que mi paciente había fallecido, o cuando agonizaba y no encontraba explicación a esa enfermedad desconocida. A nuestros años aprendemos a no huir de la tormenta, tenemos que subsistir bajo ella, jamás darnos por vencidos, y sacar beneficio de las adversidades que siempre existirán, actuando siempre con ética y responsabilidad.

En el atardecer de nuestra existencia, no existe mayor privilegio que gozar de una vejez feliz. No realicé fortunas materiales, pero, contar con la preferencia y el respeto durante décadas de clientes agradecidos, conservar la devoción de mis grandes amigos, disfrutar de una familia unida, y haber cumplido el sueño de escribir un libro… Es la mayor fortuna que un servidor pueda poseer.

Escuchar la risa de los nietos, junto con la de mis pacientes, es la mejor medicina para rejuvenecer el alma, aunque al vernos al espejo notemos una arruga más en el rostro, será el mejor indicio para demostrar que aún estamos vigentes, y continuar desempeñándonos como jóvenes inquietos por dentro, y maduros e interesantes por fuera.

Bienvenidos sean mis sesenta y siete años, los recibo con bombos y platillos, pues la vida me ha otorgado todo lo que he deseado, así que el tiempo que me permita el Creador seguir disfrutándola, estaré más que agradecido viviendo ya el futuro.

Leer más de Nosotros

Escrito en: Pequeñas especies

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Nosotros

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 2169481

elsiglo.mx