Me da mucho gusto ver cómo ha incrementado nuestra profesión dedicada a las pequeñas especies en nuestra región, felicitar a mis colegas por haber estudiado la especialidad, por el equipo y aparatos que cuentan en sus clínicas; ultrasonidos, electrocardiógrafos, endoscopios, rayos x, que utilizan honesta y justificadamente en sus pacientes
Al culminar los estudios de preparatoria, mi objetivo era estudiar la carrera de veterinario, pero en aquellos años aún no existía en nuestra ciudad escuela de veterinaria, los primeros colegas en nuestra región estudiaron la carrera en la Ciudad de México, otros estudiaron en Tamaulipas, Zacatecas y la mayoría nos trasladamos a la ciudad de Durango.
En los años setentas, cuando egresamos de la facultad, existían varias dependencias relacionadas con el ramo agropecuario, donde ofrecían plazas de trabajo para veterinarios a nivel nacional. Así fue como inicié de veterinario de gobierno en comunidades del medio rural, otorgando asistencia técnica a todo propietario de cualquier especie animal, donde mis únicas armas en aquellos hermosos pero lejanos parajes, era un maletín con medicamentos básicos, un estuche de disecciones para cirugías, y lo más importante, los conocimientos.
Ahí fue donde agradecí a los maestros que nos hacían estudiar largas horas diariamente, recordando aún el contenido de las patologías de Hutyra Mareck y Blood Henderson, la farmacología de Meyer Jones, la ginecología y obstetricia de Benesch y Vatti, las técnicas quirúrgicas de Alexander, entre otros. Estando frente a mi paciente, tenía que otorgar un tratamiento sin recurrir a estudios de laboratorio o radiografías, o realizar aquella cirugía que solo la había practicado frente al maestro, y sobre todo actuar con honestidad, pues aquella gente de campo carecía de medios económicos, donde su vaca o caballo, era el único patrimonio que tenían, así que había una confianza ciega en el veterinario para salvar a sus animales.
Años después con mis retoños aún pequeños, me dediqué a las pequeñas especies, realizando una especialidad en perros y gatos, continué atendiendo convencionalmente a mis pacientes, recurriendo al laboratorio, o aparatos, cuando realmente lo ameritaba, como así lo hice durante años en el medio rural. Estoy seguro que esto lo aprendí de mi padre, que también fue médico rural al inicio de su carrera, antes de hacer su especialidad en oftalmología y otorrinolaringología.
Recuerdo que trabajaba en el medio rural, y ya contaba con mi primera hija, mi esposa y yo, la llevábamos con un pediatra reconocido en la región, un día nos dijo que se requería operar el frenillo de la lengua, pues de no hacerlo era posible que no pudiese hablar correctamente, me dijo que me pusiera de acuerdo con su asistente para programar la cirugía. Nuestro ánimo se desplomó completamente, tan pequeña y ya necesitaba cirugía, independientemente de las molestias que resultarían a mi hija, me preocupaba los gastos del hospital, anestesista, el doctor, pues mi salario de veterinario de gobierno, no era muy alentador.
Así que me dirigí con mi padre, siempre había contado con su apoyo, le platiqué mi drama y solo esbozó una sonrisa, y me dijo: "la cirugía no es indispensable, cuando estaba a cargo en las comunidades rurales al inicio de mi profesión, decenas de niños recién nacidos llevaban a consulta, al darme cuenta del frenillo corto, la enfermera de gran experiencia con una gasa les levantaba la lengua, mientras yo con unas tijeras estériles les hacía una pequeña incisión menor de medio centímetro del frenillo y desinfectaba, no sangraban ni una gota, las madres no se daban cuenta hasta que informábamos lo que habíamos realizado, jamás hubo complicación alguna".
Nunca operamos a mi hija, y fue la primera que habló más pequeña de mis cuatro hijos, luego cambiamos de pediatra.
En cuarenta y cinco años de profesión, realicé una especialidad en bovinos, otra en perros y gatos, ambas en la UNAM, cuento con las certificaciones a nivel nacional en pequeñas especies, y cientos de cursos y congresos de actualización, autor de un libro, "El Escribidor de Perros".
Continúo siendo el veterinario que confía primero en el conocimiento, realizando cirugías cuando son necesarias, recurro a los aparatos y estudios de laboratorio cuando lo requiere el caso. Siempre estará por delante la honestidad a nuestra profesión y al paciente, evitando gastos innecesarios a sus dueños.
Que importante ha sido pregonar con el ejemplo a mis tres hijas veterinarias, pues no hay como una conciencia tranquila viviendo el otoño de mi profesión, orgullosamente dedicado a los perros y a los gatos.
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