Se encontraba cerrada la clínica cuando llevaron de urgencia a "Dotty", una perrita poodle de tres años de edad, afortunadamente faltaban solo unos minutos para las cuatro de la tarde que es la hora en que regresamos de comer. Cuando colocaron los dueños a su mascota sobre la mesa de exploración, esta se encontraba inconsciente, respiraba con dificultad, inmóvil, con un enorme vientre repleto de cachorros. No mostraba trabajo de parto, sus dueños no contaban con la fecha exacta de la cruza, su glándula mamaria se encontraba seca sin presencia de una gota de leche. Les parecía extremadamente raro a sus dueños que unas horas antes "Dotty" se encontraba en perfecto estado de salud, saltaba de gusto cuando se dirigían a ella.
En ocasiones anteriores había visto este tipo de casos, y si no se actúa con urgencia, lamentablemente termina con la vida del paciente, así que sugerí operar de inmediato, era necesario realizar la cesárea, y como no teníamos fecha de la cruza no sabíamos con exactitud la edad de los cachorros, existía la posibilidad de que no se salvaran, pero la salud de la madre era primordial. Me preguntaron sobre cuál sería otra opción descartando la cirugía, la inducción del parto a través de medicamentos, pero no era nada seguro, les respondí; les volví a recordar que el estado de "Dotty" era delicado, y al preguntarme sobre la mejor opción, opté por la cirugía, y fue así que decidieron al fin la cesárea. Aún no salía la familia de la clínica cuando empezamos afeitar el vientre y a colocar el suero por vía endovenosa para realizar la cirugía de inmediato.
Al estar extrayendo uno a uno de los cachorros a través de la incisión del útero, constantemente le preguntaba a mi asistente: "¿Respiración, frecuencia cardíaca?" "¡Todo bien doctor!", me contestaba levantando el campo de operación para ver su tórax, eso me daba tranquilidad, se me hacía interminable el número de cachorros que sacaba por ese pequeño cuerpo, cuando creía que el quinto cachorro era el último, volví a dar otra revisada y cuál fue mi sorpresa que todavía se encontraba el más pequeño de los cachorros escondido en el último rincón del cuerno uterino, ya que me aseguré de que no quedaba otro, procedí a suturar, inmediatamente empezó a normalizar la respiración y su frecuencia cardíaca.
Afortunadamente del anestésico que usamos para este tipo de cirugías, existe un antídoto que en cuestión de segundos los reanima de inmediato. No pasaron ni cinco minutos cuando "Dotty" se encontraba felizmente incorporada con una cara que parecía sonreír, olfateando a sus pequeños cachorros, todos vivos y moviendo su pequeño rabo cuando nos dirigíamos a ella.
El gran número de cachorros y la cantidad de líquido amniótico, ocasionaba gran presión hacia el diafragma, dificultando la respiración y poniendo en peligro la vida de la madre, inmediatamente hablamos a sus dueños para dar la buena noticia que la madre y los cachorros se encontraban con buena salud, siendo el único inconveniente que tenían que alimentar a los cachorros con un sustituto de leche cada dos horas, porque "Dotty" se encontraba con agalactia.
Que importante fue llevar de inmediato a la mascota para su atención, y sobre todo tener la confianza a su veterinario, pues gracias a la decisión de sus dueños fue cuestión de minutos haber salvado la vida de su querida poodle con una cirugía a tiempo.
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