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DENISE DRESSER

ÁTICO

Los propagandistas deshonran la tarea de pensar por uno mismo. La tarea de decirle la verdad al poder.

Mensaje para todos los/las propagandistas y facilitadores de la "Cuarta transformación" seducidos por el autoritarismo disfrazado de "preocupación por los pobres" y "recuperación de la soberanía perdida". Ustedes saben quiénes son. Aquí va un breve recuento de las incongruencias indefendibles que han desplegado en estos tiempos:

Descubrir de pronto que Ricardo Salinas Pliego es un delincuente, pero haber ignorado su trayectoria truculenta cuando AMLO lo incorporó a su Consejo Asesor Empresarial y le otorgó -por adjudicación directa- la distribución de las tarjetas del Bienestar a Banco Azteca. Descubrir repentinamente que es un oligarca rapaz, pero haber callado sobre sus prácticas usureras y extractivas cuando era aliado del gobierno, y el Presidente lo llamaba un empresario con "conciencia social".

Celebrar la reducción de la pobreza por ingreso, pero ignorar el aumento de la pobreza extrema y el crecimiento brutal del número de mexicanos sin acceso a servicios básicos de salud y educación. Presumir un gobierno que "pone primero a los pobres", pero no crea condiciones sostenibles para salir de esa condición. Ignorar la ausencia de apoyos gubernamentales durante la pandemia, lo cual llevó a que México fuera uno de los países con mayor índice de excesos de mortalidad. Y los pobres pagaron el precio.

Criticar la candidatura de Omar García Harfuch a la CDMX por ser policía y "traicionar la identidad de izquierda", pero guardar silencio sobre el militarismo que avanza en México, sin controles civiles, sin rendición de cuentas, empoderando a élites militares que espían a la población, violan derechos humanos, y se vuelven la nueva oligarquía impune.

Defender al gobierno "más feminista de la historia", pero hacer mutis cuando cerró las estancias infantiles y los refugios para víctimas de violencia, desapareció los programas de género, quitó apoyos para la detección del cáncer de mama, acabó con las escuelas de tiempo completo, no proveyó financiamiento para el Programa Nacional de Cuidados, gaseó a las feministas que marcharon ante el aumento de los feminicidios, defendió a acosadores sexuales, y un largo etcétera de medidas que han afectado de manera negativa a las mujeres de México.

Denunciar el Fobaproa pero esquivar la mirada ante el endeudamiento histórico propuesto en el Presupuesto de Egresos de 2024, junto con el dinero público quemado para "salvar a Pemex", el dinero robado por los saqueadores de Segalmex, el dinero evaporado del Fonden, el dinero usado para subsidiar la operación del AIFA y la nueva aerolínea del Ejército, el dinero mal utilizado en los sobrecostos del Tren Maya y Dos Bocas.

Criticar a las élites y sus privilegios, pero callar cuando surgen otras élites con los mismos privilegios, solo que ahora son parte de la 4T. Haberse beneficiado de becas y apoyos del Conacyt para estudiar en el extranjero, pero callar cuando el gobierno encoge esos apoyos para los que vienen detrás, y desmantela instituciones como el CIDE que fueron escalera de movilidad social para muchos que ahora están en el gobierno. Su silencio es vergonzoso.

Presumir un proyecto "de izquierda" pero ignorar sus contradicciones conservadoras, como el encogimiento del Estado, la regresión al petro-nacionalismo en la era del cambio climático, la "voucherización" de la política social, y el desmantelamiento o la captura partidista de instituciones necesarias para actuar ante desastres naturales, proveer medicinas, combatir la violencia, encontrar desaparecidos y asegurar elecciones limpias.

Han dejado de ser pensadores para convertirse en propagandistas. Han dejado de ser disidentes ante el poder, y ahora justifican sus abusos. Han dejado de escrutinar a la clase política y ahora hacen sus encargos. Han dejado atrás la mentalidad oposicionista, rebelde, democrática, que se espera de todo intelectual libre.

Los propagandistas deshonran la tarea de pensar por uno mismo. La tarea de decirle la verdad al poder, que preferiría suprimirla o limitarla o distorsionarla. La tarea de no ser un simple espectador ante la corrupción, la estupidez o la cobardía, en este sexenio y siempre. La labor de contar el dolor y la indecencia como lo más importante que podemos hacer. Al enmudecer o repetir las mentiras coercitivas, compulsivas y deliberadas que provienen desde Palacio Nacional, los seducidos están fallando a sí mismos y a su país.

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Escrito en: Editorial Denise Dresser editoriales

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