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Santino Cortés

Santino Cortés, versos emprenden el vuelo de Ícaro

El joven autor ha publicado un viaje poético a través de los siglos y de su propia existencia

(CORTESÍA)

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SAÚL RODRÍGUEZ

Supo de la historia de Ícaro cuando sus padres le leyeron un libro sobre mitología griega. Santino Cortés vagaba entonces en los pasillos de la infancia. Acudió a las palabras, se enganchó. El relato lo abrazó y le resultó de suma belleza: “Quizá cayó, pero tocó el cielo. Ha hecho lo que nadie ha hecho”.

El joven autor ha publicado Icaria (Katakana Editores, 2022), un viaje poético a través de los siglos y de su propia existencia. Escape, asenso y caída son los tres apartados que conforman al corpus de este poemario. Tres actos que, a consideración del autor, pueden aplicarse para cualquier momento en la vida.

“El relato de Ícaro me resultó como una especie de inspiración. Quería que Icaria fuese una especie de viaje hacia mí mismo, a mis raíces, a las primeras cosas que me impactaron, los sitios donde estuve. Entonces, para mí, recuperar el tema de Ícaro era regresar a esos primeros libros que me leían mis papás”.

Santino Cortés es estudiante de Comunicación con especialidad en Cine, en la Universidad Iberoamericana campus Santa Fe. Tiene 20 años de edad y es originario de Ciudad de México. Escribe poesía por aptitud. Afirma que los orígenes de Icaria comenzaron desde que el escritor tenía entre 13 y 14 años y transitó por varios nombres: Muerte de cangrejos, Destellos, hasta aterrizar en su actual título.

“Hay muchos poemas en el libro de cuando yo tenía 13 o 14 años, obviamente pulidos, con una visión un poco más actual, de un muchacho quizá ya no tan pequeño”.

Emprender un mito

La mitología griega arroja que Ícaro y su padre, Dédalo, eran prisioneros en la isla de Creta, la cual estaba gobernada por el rey Minos, quien controlaba las aguas y la tierra. A Dédalo le invade las ansias de escapar y fabrica alas para el cometido. Parece que los dioses están de su lado y emprende vuelo junto a Ícaro, pero este se obsesiona con volar cerca del Sol. El astro no ofrece piedad, derrite la cera de las alas e Ícaro sucumbe.

Icaria de Santino Cortés supone la recreación de este vuelo y desplome en el mar, así como de los últimos momentos de un joven asediado por los abrasadores rayos solares. Quien lo lee, se percibe ante un horizonte poblado por nubes de metáforas. “La poesía es siempre lo lejano”, acuñó el poeta suizo Henri-Frédéric Amiel.

“Lo que hace único a Icaria es esta visión más íntima, de renunciar un poco a la poesía épica o clásica, a estas cosas larguísimas y dedicarle un poco más de espacio a la cotidianidad, a la belleza de lo efímero”.

Tránsitos nocturnos, versos pequeños, encuentros interpersonales, son para el poeta parte de su estrategia de más relevancia. Otro aspecto que sostiene al poemario radica en su atemporalidad: cualquier persona puede leerlo en cualquier momento y lograr identificarse con alguno de sus poemas.

“Creo que cada poema es un pequeño arco, un pequeño vuelo. Tiene un clímax y arrancas leyendo, queriendo volar, queriendo encontrar algo en un poema. Agarras lo que estabas buscando, quizá encuentras algo más y caes, termina el poema. Para mí, cada lector, cada persona que lee un poema, es una suerte de Ícaro que toca el sol, toca estas emociones tan crudas como suele ser el poema: despecho, desamor, nostalgia. Lo toca y cae, se termina el poema”.

Para Cortés, concluir la lectura de un poema deja la sensación de desear mayor duración. El poema es efímero por naturaleza, tal como lo fue Ícaro. Los versos pueden fungir como ladrillos para edificar una residencia destinada a la reflexión, a la métrica, a la soledad.

“Creo que cualquier persona que escribe está un poco solo. Nadie te acompaña cuando te enfrentas a la hoja en blanco y, sobre todo, en la cuestión del poema, para ser más específico, está todo más solo: estás solo con tus emociones, solo contra la hoja en blanco, solo porque nadie más va a contradecir lo que quieres decir”.

Por ende, los arcos poéticos mencionados por el autor conforman un vuelo en solitario. Aunque algunos protagonistas lo acompañan durante el poemario, estos lo hacen desde el recuerdo, no a través del poema. Cortés recuerda compañías, como la que Ícaro tenía de su padre.

“Justamente, pero al final su ascenso lo hizo en solitario. Dédalo no lo siguió en el caos […] Me gustaría pensar que en Icaria hay caos porque se habla de muchas cosas: nostalgia, patria, raíces, soledad, amores, desamores, muerte. Creo que sí existe un caos en los temas que se tratan en el poemario”.

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