En el juego de futbol hoy en día, los únicos seres especiales siguen siendo los fans, los que hacen posible la rentabilidad de los clubes, los que aportan y claro, exigen. Si esa gente no tiene el espectáculo requerido y los protagonistas no poseen el nivel de calidad anímico y técnico apetecido, lo que sigue no pueden ser fragmentos visuales, sino verdaderas ruinas de la ficción.
Los tiempos y las personas cambian. Nosotros mismos, no somos ya los de antes. Hace años, aquella afición ávida de futbol y vida en primera, hasta aplaudía a alguno de los suyos si era expulsado, tal vez enviando mensaje de injusticia. Aquella afición si ganaba aplaudía a los árbitros al finalizar. Bonifacio, Mendoza Guillén y Yamasaki eran favoritos. Eran aves exóticas y libres.
La afición siempre tuvo consentidos, a quienes todo se les perdona. Tuvo favoritos y tuvo ídolos que son parte histórica de Santos Laguna. Este club, cuyos límites están en los entornos tiene una imaginación que lo ha llevado a todas partes, construyó un gran estadio que ahora mismo es el terreno de gente con economía clara, porque no cualquiera puede tener acceso a sus tribunas, no es para chicos que laboran en fábricas, talleres o maquilas, que antes eran lo que abundaba.
Hoy en la narrativa visual de la gente lagunera de este tiempo, es ver a decenas de jóvenes que van a tomarse “selfies”, a beber y hacer rollo con sus contemporáneos. Otros que van a tomar fotos a muchachas y señoras sin que ellas se den cuenta. Igual, volteas a la cancha y ves a los fotógrafos nuevos que si la pelota está lejana, ellos atienden su móvil y olvidan el juego.
El domingo, hubo gente que insultó, abucheó y se fue del estadio temprano. Otros corearon las jugadas de Pachuca y su gente, los goles y los yerros locales. Fueron mensajes comparados a la frase “la gente que te adoraba, puede llegar a odiarte”. Porque hay cosas inocultables. Que Acevedo, paloma voladora de palo a palo, ha recibido 31 goles en 14 partidos. Que los “refuerzos” sugeridos por una comisión del club cuya capacidad está en duda, salvo Brunetta, no funcionan, que su defensiva es tibia y vulnerable y lo que es peor, aparte de blandengues están extraviados.
Estamos en una epidemia de mediocridad que asusta. Ahora los medios juegan más que los atletas, como Vaca y Moisés con el América. Vucetich se apura a manipular ingenuos con su “no es para tanto” de Joao Rojas y el portero Andrada cuyos yerros hundieron a Rayados. De Herrera que vuelve a su estado natural y se hace expulsar. De Mohamed que lleva consigo hasta su gato. De Chima Ruiz, que tras perder con el colero da “un mensaje” y no acepta preguntas de reporteros. Del periodismo regio que no cuestiona a Tigres pero aguarda por las rencillas de Pizarro y Siboldi. En casa, es necesario sobrevolar un mito para construir un relato, pues Santos tal vez no alcanza ni la liguilla de doceavo. Igual, muchos quieren crucificar a Fentanes y si alguien llega, ¿será un mago que componga todo? Son imágenes irreales y solo hay una verdad: “Medios, directivos y afición, acompañan pero el futbol solo pasa por los jugadores”.