El Centro Comunitario no tiene fines lucrativos y se sostiene gracias a los donativos de las personas. (EDUARDO RUÍZ / EL SIGLO DE TORREÓN)
A media hora partiendo del Centro de Torreón se localiza San Felipe, un pueblo perteneciente a Gómez Palacio, Durango.
En el corazón de la localidad de 3,460 habitantes, está el Centro Comunitario Misericordia J.R.A.C., un lugar de 144 metros cuadrados donde más de 20 adultos mayores encontraron una familia y sustento alimenticio hace cinco años.
Cada viernes, en punto de las 9:00 de la mañana, Antonia Ceniceros Calderón sirve desayuno a los ancianos, quienes puntualmente se congregan gustosos para deleitarse con los platillos hechos con el amor de Antonia; "el amor al prójimo es lo que te motiva a salir adelante", menciona para el micrófono de El Siglo de Torreón. A su lado se encuentra Magdalena Argumedo, otra mujer que incentivada por su actitud de servicio y ante el agradecimiento de quienes apoyan, colabora con ella en este proceso; dice que la ayuda se ofrece a todo aquel que lo necesite y llegue a las puertas del Centro, sin importar su religión. Ambas hacen sinergia entre su vida en el hogar y esta noble labor.
Después de los primeros alimentos del día, sigue la comida, que se ofrece en punto de la 1:00 de la tarde. Entre bocados, risas, anécdotas y música, todos conviven. La guitarra y voz del joven Josué ameniza el momento. Declaran que en ocasiones Damaris se encarga de ello, o hasta Antonia, quien también sabe tocar este instrumento.
MOTIVADO POR DIOS
El iniciador de este proyecto es el pastor misionero Jesús Armendáriz Moreno, de 68 años de edad, quien a lo largo de 43 años ha predicado la palabra de Dios ayudando a su vez a las personas de la tercera edad.
Oriundo de Santa Bárbara, Chihuahua, y de familia numerosa, a los 15 años vivió un suceso detonante en su vida; su mamá enfermó de cáncer, y tras estar hospitalizada por un año, el médico les informó que moriría. Sin embargo, una persona les habló del evangelio, "Dios hizo un milagro, Dios la sanó de cáncer, y eso fue lo que a mí me motivó a saber que había un Dios grande y maravilloso", y a pesar de que sus hermanos no querían nada con Dios, él tomó la decisión de ingresar al ministerio pastoral. Su madre, Rosaura Moreno, vivió durante 14 años más.
San Felipe tiene un significado importante para él debido a que fue el primer lugar donde ejerció su labor. De Gómez Palacio, emprendió su viaje a Torreón, después a Chávez, concluyendo en Laredo, Texas, donde radica actualmente, desde hace 30 años.
Hace un lustro, regresó al poblado gomezpalatino para una visita, y al presenciar la precariedad que prevalecía con las personas de la tercera edad, tomó la decisión de crear la ya mencionada asociación civil, que visita cada oportunidad que tiene. A pesar de estar la mayor parte del tiempo en otro país, se mantiene en constante contacto con Antonia, para proveerla de apoyo económico que le donan en su iglesia de Estados Unidos.
BENEFICIARIOS
Uno de los beneficiarios es Emilio Torres Frausto de 76 años, ingeniero agrónomo zootecnista de profesión, quien trabajó en la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos, posteriormente en la Forestal y fue comisionado en San Juan de Guadalupe.
Al estar trabajando en la Forestal de Monterrey, lo dieron de baja durante el terremoto de 1985 debido a que no tenía base, y al verse desempleado emigró junto a su esposa a Estados Unidos, específicamente a Santa Ana, California. Tras el fallecimiento de ella se regresó a México, para radicar en San Felipe.
"Yo sentía que necesitaba un cambio en mi vida, fue por eso que yo me acerqué al Señor, para pedirle pues había llevado una vida un poquito desordenada". Así que por ese motivo comenzó a asistir al templo.
Por circunstancias de la vida no se pudo pensionar, por lo que el apoyo del Centro Comunitario es de gran ayuda para él.
Además, también asisten parejas mayores, como el caso de Manuel Ortiz Ceniceros de 78 años, quien tiene 56 años junto a su esposa y fue operador de maquinaria agrícola.
Manuel se siente feliz de pertenecer al centro, "gracias a ellos comemos un día por semana", declara. Antes solían alimentarse en un comedor que quedó inhabilitado tras la pandemia por el COVID-19. "Nosotros necesitamos cuando menos un día más de comida, porque para nosotros es duro, yo estoy pensionado, pero eso no nos alcanza", externa.
CENTRO COMUNITARIO PARA NIÑOS
Otro grupo social que preocupa a Jesús son las infancias, así que su próximo proyecto es concretar la creación de un centro para beneficiar a entre 50 y 60 menores. A ellos les trae ropa y zapatos del extranjero; en época decembrina juguetes y en agosto mochilas y útiles escolares. Su apoyo no se limita a esa comunidad, recorre también Chávez, Nuevo México, El Paraíso y El 23. Confiesa que transportar estos objetos no es una tarea sencilla ante la situación actual en frontera; por ejemplo, la cifra de juguetes donados que ha llevado es de 600 aproximadamente, así que los traslada por partes, con la ayuda de un sampetrino que también radica en EUA, llamado Armando Lomas.
El Centro Comunitario para niños actualmente está en construcción y para su culminación se requiere de financiamiento económico.
Además de ofrecer alimentos y despensas, planea brindar pláticas sobre drogadicción y alcoholismo, ya que es un problema latente en la comunidad. Incluso, crear un centro más enfocado en alcohólicos anónimos.
UNIRSE A LA CAUSA
Jesús invita a los laguneros a que se unan a la causa, sobre todo aquellos que sientan "una carga por la gente necesitada", recalcando que no tiene fines lucrativos. "No cobramos nada, aquí todo lo damos, nos sostenemos con donativos de gente".
En la actualidad requieren de mobiliario (sillas, mesas), sillas de ruedas, andadores, ropa para adultos mayores y niños y medicamento. Para quienes gusten apoyar a la asociación civil, pueden comunicarse con Antonia Ceniceros al número 8715 750 706.