Una vez pasada las elecciones en Coahuila y el Estado de México para la renovación de sus respectivas gubernaturas el pasado domingo 4 de junio del presente año, donde los triunfos en el caso coahuilense de Manolo Jiménez Salinas y de Delfina Gómez por los mexiquenses fueron en el primer caso una amplísima ventaja y el segundo lo suficiente para que no hubiese conflicto postelectoral, al día siguiente se dio materialmente el banderazo de arranque para la sucesión presidencial.
Por el lado del oficialismo, el presidente Andrés Manuel López Obrador definió que serían 3 precandidatos los que acompañaría a su elegida, la hasta hoy -días previos anunció que hoy formalmente pedirá licencia para separarse del cargo- Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum Pardo: el hasta ayer Secretario de Gobernación, el tabasqueño Adán Augusto López Hernández; el ex coordinador de la bancada de Morena en la Cámara Alta, el zacatecano Ricardo Monreal Ávila y el más rebelde de ellos, el ex canciller Marcelo Luis Ebrard Casaubón, nacido en la Ciudad de México.
Hay otros cuadros de Morena y de sus partidos aliados que también simularán hacer campaña en búsqueda de la candidatura, pero Adán, Ricardo y Marcelo están de relleno, no vale la pena ocuparse seriamente de los demás que se han pronunciado en el mismo sentido de las cuatro "corcholatas" Quizá por su perfil polémico el diputado petista Gerardo Fernández Noroña sea excepción, porque sin duda le dará sabor a toda este montaje que está haciendo el presidente López Obrador para legitimar a su candidata.
Echada a andar la estrategia de Morena y de lo que ellos mismos se autodenominan como la Cuarta Transformación, del bando de la oposición hoy se notan en un pasmo que se podría advertir como una anticipada aceptación de la derrota que parece irremediablemente les endilgará Sheinbaum Pardo.
La alianza conformada por el Partido Revolucionario Institucional, el Partido Acción Nacional y el Partido de la Revolución Democrática, apenas intentan encontrar un mecanismo que les lleve a elegir un candidato(a) competitivo. En tanto el partido opositor restante, Movimiento Ciudadano, comandado por el senador veracruzano Dante Delgado Rennauro, se ha mostrado renuente a unirse a la Alianza Opositora, facilitando aún más, el camino del triunfo de Morena y los suyos el año entrante.
Sin embargo, vale la pena mencionar que claramente el oficialismo está violando la ley electoral vigente en cuanto a los tiempos de precampaña. La legislatura electoral señala que las precampañas deben iniciar en noviembre y las candidaturas en febrero. Evidentemente, poco le importa al presidente observar la lay cuando no le agrada. En este caso no es la primera vez.
¿Qué motivará entonces al presidente mover sus fichas de esta manera? ¿Para qué todo este proceso si está claro que se ha decantado por Sheinbaum Pardo? Una teoría parte que siendo conocedor como el que más de la clase de política que hacen él y los suyos, Andrés Manuel López Obrador probablemente esté maniobrando para evitar una posible escisión dentro de los suyos que pudiera dar margen a un eventual triunfo de sus rivales. Toda la parafernalia montada de las 4 corcholatas no es otra cosa que un ruta para tener tiempo suficiente e impedir la salida de algún cuadro importante que le llegase a vapulear su movimiento.
Se puede anticipar por razones obvias, que ningún suspirante presidencial tiene hoy el arrastre con el que cuenta el propio Andrés Manuel, quien obtuvo en 2018 el 53.19 % de los votos. Así que si la oposición se logra unir toda, ante un candidato(a) del oficialismo que lógicamente de suyo no tendrá el arrastre del actual primer mandatario, podría peligrar el triunfo que pareciese seguro para los de la 4T.
El caso de Coahuila, que aunque con condiciones distintas a otras muchas partes de México, dio cuenta de que Morena no puede hacer lo que le venga en gana sin pagar las consecuencias: la división entre Guadiana y Ricardo Mejía que se fue de candidato al PT, propició ser arrasados. Tal vez de todos modos hubieran sido derrotados, pero no de esa manera.
Quizá sea cautela lo que esta vez está llevando al presidente transgredir la ley una vez más, no vaya ser que les pase lo que en Coahuila.